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308 EL MITO, HERMENEUTICA Y FILOSOFIA lidad cuando los filósofos griegos critican las religiones olímpicas no son otra cosa que sepultureros de algo que ya estaba muerto mucho antes y que se mantenía exteriormente, no por motivos reli­ giosos, sino políticos. En el párrafo citado más arriba, hablaba M. Delcourt de una «actividad fabuladora», término que parece de raigambre bergsonia- na y que, en la concepción del filósofo francés, lleva a las religiones cerradas, fosilizadoras de la vida. La relación de los filósofos grie­ gos con el mundo mítico es muy distinta si se la enfoca desde las religiones mistéricas, las verdaderas religiones abiertas y realmente vivas en la conciencia religiosa del hombre griego. Esta fue la senda que exploró un gran filósofo, amigo de Nietzsche. En 1893-94 Erwin R.ohde publicó su monumental Psyche, Seelenkidt and Unsterblich- keitsglaube der Griechen; Rohde destacaba la importancia de los cultos dionisíacos como algo omnipresente en Grecia que se hace fundamental para explicar las creaciones culturales helénicas, entre ellas la filosofía, que se encuentra distendida entre los dos polos de lo dionisíaco y lo apolíneo, señalados por Nietzsche. Willamowitz-Moellendorf, otra de las grandes figuras de la filo­ logía clásica, volvió a insistir en Der Glaube der Hellenen, su última obra, en la importancia de las religiones mistéricas para la com­ prensión del mundo cultural griego. Esto trajo de soslayo una polé­ mica muy animosa, que hoy ha perdido actualidad sin una solución del todo satisfactoria por la debilidad de los argumentos aducidos por las dos partes. Zeller había defendido que la filosofía era una creación autónoma del genio griego, pero ésta era una tesis gra­ tuita. Puesta de relieve la importancia de las religiones mistéricas, se observó que en estas había elementos de procedencia oriental y comunes con las religiones del área mediterránea; aparecieron en­ tonces quienes defendieron el origen oriental de la filosofía. Pero el problema sigue siendo un poco cuestión de opción personal pues depende de lo que cada uno entienda por «filosofía» y además faltan documentos concluyentes acerca del orfismo y las religiones mistéricas, a pesar de algunos notables esfuerzos a los que vamos a aludir muy pronto; todavía hoy no hemos logrado una claridad mediana sobre lo que realmente se esconde bajo el nombre de Orfeo. Lo que no parece posible es descuidar la enorme importancia que tiene el pensamiento mítico y religioso en la cultura griega y esa «secularización» de que hablaban los positivistas está necesi­ tada de urgente revisión y precisión.

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