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346 EL MITO. HERMENEUTICA Y FILOSOFIA podría justificar. La razón no se opone al mito, sino que lo coloca en su lugar; la razón está en su derecho cuando niega las preten­ siones de absolutismo del mito, pero caería en un error si reivin­ dicase para sí ese absolutismo 109. Consecuentemente, «un mundo sin mitos no sería ya un mundo humano; es la intención mítica la que define las modalidades de la presencia en el mundo» l,°. También está relacionada con el existencialismo y la fenomenolo­ gía la obra de P. Ricoeur. También Ricoeur es profesionalmente un filósofo y esto da a su perspectiva un gran relieve e interés. La labor del filósofo es una labor crítica y el mito no puede ser una excepción; Ricoeur, no sólo no combate la desmitologización, sino que cree necesario impulsarla; pero «desmitologizar» significa subs­ traer el «logos» al mito, acabar con esos conatos de racionalidad fallida y prematura que presentan algunos mitos (los etiológicos), a fin de poder «mitificar», es decir, aprehender el mito en su di­ mensión más originaria La peculiar terminología de Ricoeur queda expuesta en estas líneas suyas: «Entenderé siempre por sím­ bolo las significaciones analógicas formadas espontáneamente y que nos transmiten inmediatamente un sentido... En este sentido, el símbolo es más radical que el mito. Yo tomaré el mito como una especie de símbolo, como un símbolo desarrollado en forma de relato y articulado en un espacio y tiempo imaginario, que es im­ posible hacer coincidir con los de la geografía y la historia crí­ ticas»112; mito sería para Ricoeur algo más próximo a lo que no­ sotros venimos denominando «relato mitológico». El criterio her- menéutico básico queda resumido en aquel aforismo suyo «el símbolo da que pensar» 113. El símbolo nos da algo; nos da una «cifra» a la que se acerca el pensamiento con el propósito de «des­ cifrarla» y así enriquecerse, al abrirse a un horizonte que de otro modo permanecería velado 114; el símbolo nos habla y debemos acercarnos a él con una «voluntad de escucha», pero nos habla en un lenguaje cifrado que exige, al mismo tiempo, una «voluntad de sospecha». Alaba Ricoeur el intento de Eliade para esclarecer el símbolo desde sí mismo, pero le parece insuficiente porque lleva a una visión del mito como si este formase un mundo completo en sí; esa plenitud es sólo la meta constante de su intencionalidad, pero de hecho el mito es una «aspiración» a esa plenitud, siempre 109. Ibicl., p. 267. 110. Ibid., p. 269. 111. Ricoeur, P., Finitud y culpabilidad, pp. 238, 448, 704-707. 112. Ibid., pp. 255-256. 113. Ibid., p. 699ss 114. Ibid., p. 451.

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