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ANTONIO PINTOR-RAMOS 343 al mundo cotidiano; Eliade es un historiador de las religiones y desde el primer momento se coloca, por tanto, en una perspectiva metodológica distinta a la de Jung. Desde un punto de vista distinto, hemos de aludir ahora a la importante labor del profesor rumano, hoy en los EE. UU., Mircea Eliade. Con un asombroso bagaje de erudición como indólogo e historiador de las religiones, su contribución es realmente impor tante. Se podrá criticar cierta vaguedad de su concepción filosófica (Cencillo), se le podrán poner reparos hermenéuticos (Ricoeur), pe ro siempre después de reconocer su gran talla. Dotado de grandes cualidades personales para captar lo que Rudolf Otto llamaba lo «numinoso», Eliade st opone a los prejuicios del positivismo e intenta captar el sentido del mito desde sí mismo y dentro del contexto social en que aparece, sin impostaciones extrínsecas que sólo traicionan su contenido y entorpecen su comprensión. Quizá pudiésemos decir que Eliade representa en este punto frente al positivismo lo que Dilthey en las ciencias humanas; frente a las «explicaciones» positivistas, propugna la necesidad de una «com prensión» al verdadero nivel de los mitos, sin reduccionismos; lo mismo que en Dilthey, también aquí la definición del método peca de vaguedad. Dejando aparte su labor como historiador de las religiones, su faceta más «profesional», Eliade ha dedicado gran cantidad de estudios al esclarecimiento del mito. Ha estudiado su visión del espacio, del tiempo, de la naturaleza, de la historia. Mito y ficción no son lo mismo y el primitivo distingue entre «historias verdade ras» (mitos) y ficciones95. El mito relata una historia verdadera que tiene valor ejemplar96: «El mito, cualquiera que sea su na turaleza, es siempre un precedente, un ejemplo no sólo con refe rencia a las acciones del hombre, sino respecto a su propia con dición; mejor: un precedente para los modos de realidad en ge neral»97. Eliade ha insistido mucho en esta función paradigmática del universo mítico 98 que sirve de modelo arquetípico para todas las acciones humanas, cuyo valor se juzga siempre según el patrón de tal arquetipo que remite a un espacio y un tiempo distintos 95. Aspects du mythe, p. 21. Cf. también Malinowski, B., o. c., pp. 39-40. Quiza la contribución más original de Cencillo sea su intento de revisar a fondo el concepto de «realidad» para liberarlo de seculares prejuicios empiristas que pesan sobre él y poder plantear el problema «m ito y realidad» a un nuevo nivel de radicalidad; Cencillo, L., o. c., pp. 353-453. 96. Aspects du mythe, p 15; Mitos, sueños y misterios, p. 11. 97. Traite, p. 349. 98. El mito del eterno retorno, pp. 13-55.
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