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340 EL MITO, HERMENEUTICA Y FILOSOFIA recordar aquella sentencia de Pascal: «Dos excesos: excluir la razón, no admitir más que la razón»»79. El nombre de Kerényi nos lleva al de C. G. Jung, con el que colaboró en distintas ocasiones y que, sin duda, mantienen con­ tactos. La obra de Jung se asemeja a esos peces húmedos que se nos escurren entre las manos cuando intentamos apresarlos. Su doctrina psicológica es demasiado compleja para ser expuesta aquí; digamos sólo que, para Jung, la vida psíquica es mucho más am­ plia que la esfera de la conciencia actual que no pasa de un pe­ queño compartimento de un receptáculo mayor. Ya los románticos — sobre todo C. G. Carus y E. von Hartmann— hablaron de un «inconsciente» psicológico, rompiendo así con la identificación car­ tesiana de psiquismo y conciencia. Como se sabe, Freud hizo ma­ nejable esta noción en la clínica y Jung, su antiguo compañero, llevó la inestigación por nuevos derroteros. El inconsciente no se manifiesta directamente porque a ello se opone la censura ejercida por el yo, sino a través de un lenguaje simbólico, a primera vista ambivalente, que se presenta sobre todo en el sueño. En la inter­ pretación del lenguaje simbólico, Freud utilizó su teoría de la li­ bido, elaborando así una simbología muy pobre y monótona. El propio Freud notó ya cierto paralelismo entre el simbolismo oní­ rico y la mitología y encargó su estudio a Otto Rank, con el que luego rompió. Jung, en una época en que el positivismo imperaba en psicología, tuvo la audacia de explorar esta senda; colaboró con el sinólogo R. Wilhelm, con el indólogo H. Zimmer, con el antro­ pólogo P. Radin, con el mitólogo K. Kerényi; hizo estudios de los pueblos primitivos sobre el terreno, estudió el simbolismo alquí- mico, etc., en un notable esfuerzo por esclarecer el simbolismo in­ consciente. El sueño sigue siendo la vía regia para la exploración del in­ consciente y Jung observó que los contenidos oníricos se repetían conforme a unos patrones determinados que también aparecen en la mitología y en la alquimia. Para explicar esto, postuló la hipó­ tesis de un «inconsciente colectivo» que representaría el depósito de la herencia ancestral de la humanidad, el «sueño de la humani­ dad», y que luego cada individuo debe apropiarse a través del «pro­ ceso de individuación» que conduce al «sí mismo» ( Selbst ), perfecta integración armónica de las distintas capas de ese mundo esencial­ mente dinámico que es el psiquismo. La noción de «inconsciente 79. Pascal, B., Pensées, n. 253, según la numeración de Brunschvicg.

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