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336 EL MITO, HERMENEUTICA Y FILOSOFIA ción es una visión simpatètica de la realidad; «el mito no constitu­ ye un sistema de credos dogmáticos. Consiste, mucho más, en ac­ ciones que en meras imágenes o representaciones»65. Si el valor ob­ jetivo del mito es nulo, lo que persiste en su valor antropológico66, pues la racionalidad no cubre todas las esferas de la realidad hu­ mana. En una de sus últimas obras — El mito del estado — , ponía de relieve Cassirer la importancia del mito en la esfera de la acción práctica del hombre, concretamente en el caso de la filosofía polí­ tica, donde la tendencia a la mitificación es cada vez más apre­ miante en nuestro tiempo; recuérdese el nazismo. Por otra parte, Cassirer observa que el mito no es algo anárquico, sino que la fun­ ción mitopoyética se basa en unas estructuras generales que per­ miten una tipificación de la conciencia mítica67. He aquí una im­ portante corrección que va a tener gran difusión: como conoci­ miento teórico actualmente el valor del mito es nulo, pero en otras esferas humanas, como en la conducta práctica, el mito sigue te­ niendo valor y una insospechada vigencia. Más delicada es la papeleta que nos presenta Claude Lévi- Strauss; delicada porque su interpretación de la mitología 68 está dependiendo confesadamente de una concepción metodológica de­ terminada — el estructuralismo — , demasiado compleja para ser expuesta aquí. Lévi-Straus tiene miedo a las ingerencias del sujeto en las ciencias humanas, ingerencias que enturbian la necesaria objetividad que exige toda ciencia; «estudiar los hombres como si fuesen hormigas»: he aquí su propósito metodológico ya que, según él, el sujeto humano es producto de unas determinadas estructuras y no puede sostener el peso de incondicionado epistemológico 69 que ciertas corrientes intentaron concederle. Las ciencias deben ocu­ parse de las estructuras 70, es decir, los esquemas formales y forma­ lizares, las estructuras sintácticas, siendo accidentales los conte­ nidos que de hecho llenan esas estructuras y que varían espacio- temporalmente; la ciencia se mueve a nivel «sincrónico», no «dia­ crònico», según la terminología de Saussure. Esas estructuras son datos absolutos que se encuentran ahí y que, lejos de ser determi­ nados por cada sujeto, son ellos los que determinan a éste; son 65. Ibid., p. 123. 66 . Ibid., 120. 67. Ibid., p. 114. El mito del estado, p. 21ss. 68 . Mythologiques. Paris 1964-68, tres vols. 69. Este es el sentido que tiene la «muerte del hombre» por la que «apuesta» Foucault, M., Les mots et les choses. Paris 1966, p. 398. 70. Sobre este concepto: La noción de estructura, en Lévi-Strauss, C., Antro­ pología estructural. 2.” éd., Buenos Aires 1969, pp. 249-309.

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