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ANTONIO PINTOR-RAMOS 329 fines de la prehistoria, completamente superado por el estadio me- tafísico y el positivo. El mito es un primer refugio de la ignorancia humana y fue condenado al olvido y al ostracismo por la ciencia, la cual ha demostrado la completa nulidad de aquel en la empresa de ayudar al hombre a dominar la naturaleza. Esta es la idea de Comte; la cuestión sería distinta si se pudiesen entender los tres estadios como tres «estructuras» antropológicas, con lo que po­ drían coexistir a niveles diferentes, pero no parece que fuese tal la mentalidad del fundador del positivismo. Nada más lejos tam­ poco de su pensamiento que el entender los tres estadios al modo de los tres momentos de la dialéctica hegeliana en la que un estadio asume el anterior; para Comte son mutuamente incompatibles y exclusivos. Aquí podemos prescindir de las elaboraciones de la «religión positiva» (el tercer estadio de la evolución religiosa de la humanidad) y también de su explicación de la religión a partir de un originario fetichismo41. La influencia de Comte no se puede medir por la escasa difu­ sión de cenáculos positivistas esotéricos, ni siquiera por el número de defensores teóricos de su filosofía. En lo que al mito respecta, su concepción ha pasado a ser la común en la Weltanschauung coti­ diana. Podemos decir que si vulgarmente «mito» y «fantasmagoría» son sinónimos se debe a la influencia conjunta de cristianismo y positivismo, que radicaliza la postura cristiana desde una perspec­ tiva secularizada. Un concepto positivista del mito se encuentra, por ejemplo, en R. Bultmann con su programa de «desmitologiza- ción» ( Entmythologisierung) y gran cantidad de teólogos contem­ poráneos, sobre todo protestantes, influidos por él; algunos tan conocidos como Robinson o H. Cox4S. Gran cantidad de filosofías ateas utilizan asimismo una concepción similar cuando rechazan toda religión como «mito». Dentro del positivismo nos encontramos con dos corrientes distintas, que significan puntos de vista distintos sobre las ideas generales expuestas por Comte. El grupo anglosajón es más empí­ rico y estudia el mito al sesgo de distintas ciencias especiales, buscando, según el espíritu asociacionista del siglo xix, esa rea­ lidad o factor originario que explicaría las distintas formas reli­ giosas que aparecen en las distintas épocas y latitudes. El grupo francés es más teórico y, sobre esta documentación empírica, pre­ 47. Una exposición accesible en Lubac, H. de, Le chame de Vhumanisme athée. Paris 1965, pp. 109-222. 48. Cf., v. gr. Robinson, J. A. T., Sincero '•para con Dios. Barcelona 1967, pp. 49-50, 63-68.

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