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328 EL MITO, HERMENEUTICA Y FILOSOFIA terizada. Por eso nos vamos a centrar en él, aunque ello nos lleve al anacronismo de estudiar a Schelling después del positivismo, pero el punto de vista a que se opone es similar al positivista. Consideramos como formulación más acabada del positivismo la de Augusto Comte. Para él, todo conocimiento lo es de la natu­ raleza y las únicas que nos pueden hablar objetivamente de ella son las ciencias positivas. Estas ciencias positivas forman un edi­ ficio piramidal que va desde las ciencias más simples a las más complejas que suponen las primeras, orden que corresponde ade­ más al que sigue el entendimiento humano en el conocer, de lo más simple a lo más complejo. En la cúspide de la pirámide coloca Comte la «sociología», cien­ cia positiva nueva, que tiene por objeto el estudio de las unidades macrohumanas que son las que representan la perfección de la Humanidad. Dentro de esta sociología hay una parte estática y una parte dinámica; esta última es la que estudia el desarrollo de la Humanidad a través del tiempo, desarrollo que se conforma a la ley de un progreso lineal, paralelo al cual va el aumento de la feli­ cidad humana y la exploración por la razón de campos cada vez más vastos; todas estas ideas datan del siglo de las luces. La Hu­ manidad ha ido progresando a través del tiempo y la ley de su desarrollo la formula Comte en la célebre ley de los tres estadios 46. El primer estadio de la humanidad es el teológico-mítico ; el hombre busca ahora la explicación de los fenómenos cuyas leyes desconoce en seres sobrehumanos y extramundanos como dioses o héroes. Ese estadio es superado por el metafísico en el que esa explicación es buscada en entidades abstractas y conceptuales: sustancia, esen­ cia, etc.; la inquina de Comte contra toda metafísica hizo que cada vez acentuse más el carácter puramente transitorio de este estadio. El estadio definitivo que supera los otros dos es el positivo, en que las ciencias se encargan de la explicación de los fenómenos por medio de leyes inmanentes, formuladas de modo que sean inter­ subjetivas y comprobables. Esta ley es irreversible y tiene validez también ontogenéticamente, correspondiéndose con los tres esta­ dios de la vida humana: infancia, juventud y madurez. Para Comte esta ley es obvia y no trata de fundamentarla; se limita a darla por evidente. En la postura de Comte, el mito pertenece a la época más pri­ mitiva de la humanidad y ha quedado arrinconado allá en los con­ 46. Es uno de los temas más repetidos por Comte; cf. v. gr., Cours de philoso­ phie positive, lee. 1, 48, 51, 52, etc.

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