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ANTONIO PINTOR-RAMOS 323 y reparar esa falta que el hombre cometió al principio. En la ple nitud de los tiempos el Hijo de Dios se encarnó y llevó una vida humana en medio de los demás hombres para reconciliar a éstos con el Padre. Este es el momento crucial de toda la historia, la que divide la historia en dos grandes bloques: adviento o espera del Mesías y extensión de su reino en el mundo a fin de irlo pre parando para el nuevo advenimiento glorioso del Hijo de Dios al final de los tiempos, cuando pase este «eón» y el mundo quede transformado para dejar paso a los «nuevos cielos y la nueva tierra». El eterno retorno ha quedado sustituido por una visión lineal que no infunde pánico al cristiano porque hay un horizonte tras cendente y unas irrupciones de Dios en el tiempo que le dan sen tido y lo garantizan; este es el horizonte de las visiones cristianas de la historia desde San Agustín a Bossuet. El historicismo mo derno no hará más que conservar esta visión lineal del tiempo como algo homogéneo e indefinido, suprimiendo toda la parte tras cendente y quedándose en una visión puramente inmanente; en esta visión ya no hay nada que garantice contra el miedo a la historia y la labor corrosiva del tiempo y por eso el historicismo se ve obligado a acudir a una ética heroica para subsistir o, de lo contrario, caer en la tentación derrotista de la angustia y el nihilismo 39. El historicismo suprimirá en la visión cristiana de la historia los puntos terminales —Génesis y Apocalipsis— y ese punto cen tral que es la Encarnación del Verbo. El propio Bultmann cree que el «Mesías» es un mito gnóstico y el comienzo y el fin se corresponden también con ideas míticas. En el cristianismo sigue vigente el tema mítico del «prestigio de los orígenes» y el momento en que el hombre comenzó a existir es considerado como un mo mento ejemplar con respecto al cual el tiempo cotidiano es una degradación; tal es el sentido del «paraíso»40, el mismo anhelo que representa el mito del «buen salvaje», resucitado en los tiem pos modernos por Rousseau41. Pero otra vez el pensamiento bíblico es un intento de desmitologización: el paso del Paraíso al tiempo actual no obedece a ninguna ley cósmica, sino que es una elección del hombre que libremente ha desobedecido a Yahvé y se ha que 39. Eliade, M., El mito del eterno retorno, pp. 103-113, 158-162. 40. Eliade, M., Mitos, sueños y misterios. Buenos Aires 1961, pp. 75-91; Aspects du mythe, pp. 33-35. 41. Eliade, M., Mitos, sueños y misterios, pp. 37-56.
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