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314 F.L MITO, HERMENEUTICA Y FILOSOFIA primaria; es la ley de la degradación de los mitos de que habla M. Eliade 17 por la que ei mito se convierte en leyenda épica (Ho­ mero), en poema didáctico (Hesíodo), aunque muchos de sus ele­ mentos sigan vivos. Sócrates representa en Grecia el triunfo del racionalismo, la superioridad de la racionalidad sin trabas frente a los demás aspee tos; esto lo reconocen lo mismo sus ensalzadores como Platón o Aristóteles que sus detractores como Nietzsche. Esto sólo es posi­ ble después de un largo proceso que empieza con los jónicos, pero sobre todo de esa agresividad sin remilgos contra lo tradicional que es la sofística. Sin embargo, en tiempo de Sócrates lo mítico, aunque degenerado, seguía viviendo en la conciencia del pueblo. ¿Cómo explicarlo? Vamos a verlo muy pronto. Si aceptamos la ley establecida por Gusdorf 18 según la cual la ruptura del hori­ zonte mítico lleva consigo la afirmación de la individualidad frente al dominio en el universo mítico del «se» impersonal, no cabe duda de que Sócrates representa la liquidación del mito. Frente al prin­ cipio de autoridad anónima del mito, Sócrates establece el «conó­ cete a ti mismo» y la mayéutica es un procedimiento para conse­ guir que cada individuo conozca por sí mismo la verdad sin otro criterio que la razón. Que Sócrates sea el iniciador de esta valo­ ración de la individualidad y la razón es históricamente proble­ mático y podríamos hablar con el propio Gusdorf de una «conven­ ción pedagógica» 19 en la historia de la filosofía, no sólo porque están detrás el racionalismo de Parménides y el individualismo de los sofistas, sino porque este es un horizonte muy limitado; la misma conciencia de individualidad testimonian las inscripciones de las pirámides egipcias o el código de Hammurabi, más de un milenio anteriores a Sócrates. La muerte de Sócrates sería la ven­ ganza del universo mítico contra su destructor, un último aliento antes de desaparecer; pero esto es un poco extraño porque los mitos tradicionales, en nombre de los que se culpa a Sócrates de «asebeía», habían sido liquidados ya por los trágicos e incluso su contemporáneo Aristófanes, representante de la aristocracia tra­ dicional y enemigo suyo, los trataba con muy poco respeto; ¿se podría entender desde este punto de vista la condena de Sócrates como un «chivo emisario»? 17. Traite, pp. 361-363. Paso de la «expresión» a la «aplicación», según Jensen, A. E., Mito y culto entre pueblos primitivos. México 1966, pp. 13, 76ss. 18. Ob. cit., pp. 85, 91, 111, 124ss. 19. Ibicl., p. 130.

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