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ANTONIO PINTOR-RAMOS 313 el niño IS, y que parece confirmar la doctrina, defendida luego por filósofos y psicólogos, que de que la primera visión de la realidad, tanto a nivel de ontogénesis como de filogénesis, es una visión pana- nimista. Así se podría entender aquella idea de Tales que nos trans­ mite Aristóteles: «Algunos dicen que el alma se halla mezclada en todo el universo, de suerte que quizá también Tales creyó que todo se hallaba lleno de dioses» (De anima A 5, 411 a 7). Esta idea de la simpatía universal está mucho más clara en el pitagorismo, posi­ bilitada por la idea, también mítica, de la metempsicosis, tomada del orfismo. 5. La existencia de una ley universal que lo gobierna todo y la concepción de esa ley como retorno cíclico de lo mismo. Excepto en el caso del materialismo atomista de la escuela de Abdera que instaura el azar, el pensamiento griego es esencialmente nomotético; siempre hay una ley férrea que rige el cosmos y gobierna todo lo que existe. Esta ley es al mismo tiempo trascendente e inmanente a la realidad y alcanza a los dioses, a los hombres y al cosmos entero. En el orfismo y en Empédocles se le llama «Diké» (Justicia), según nos dice Platón (Leyes, 715 e); Anaximandro la llama «legalidad universal»; Heráclito «logós» que se identifica con el fuego; los poetas hablan de «Moira», etc. De la doctrina del eterno retorno hablaremos más adelante. 6 . Cuerpo y alma como dos elementos que gozarán de suerte diversa en la vida de ultratumba 16. Esto se encuentra, sobre todo, en el orfismo y en las corrientes de un modo u otro inspiradas por él: pitagorismo, Empédocles, Platón y todo el neoplatonismo. Con­ duce a la idea de un riguroso dualismo antropológico que posibilita la identificación órfica de «soma» y «sema» (cuerpo-cárcel), lleva a la idea de la inmortalidad del alma, a la infravaloración de lo sensible y a una actitud ascética y catártica que conduce al mar­ tirio del cuerpo por la salvación del alma. Sin embargo, nos parece que esta clasificación de Mondolfo, resumen de las disputas en torno al origen de la filosofía griega, es un poco heterogénea y habría que distinguir mejor la proceden­ cia de los distintos motivos míticos. El paso al logós que va a triunfar definitivamente en Sócrates, sólo es posible porque esta­ mos ya en un momento de declive del pensamiento mítico, un momento en que hay que justificarlo porque ha perdido su fuerza 15. ¿Vale aquí la «ley biogenètica fundamental» de Hackel?: cf. Gusdorf, G., Mito y metafísica. Buenos Aires 1960, p. 51. 16. V an der L eeuw , G., o. c., pp. 296-301.

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