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ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA 297 logra superar lo banal y despersonalizante para lograr ser plena­ mente sí mismo 55. Falsifica, sin embargo, Heidegger este sentimiento primario de la Beffindlichkeit al exigir para el Dasein la pura y total derelicción. Para él no hay posibilidad de responsabilidad — lo propio de la persona— sin derelicción. Aquí Duns Escoto le rectifica. Y si pide responsabilidad que brota de la ’’ultima solitudo”, no es para que la persona en su soledad metafísica se sienta abandonada. Y menos aún, hacer de este abandono el requisito primario de una auténtica vida humana. En una de sus últimas obras, Der europäische Nihilismus 56 traza Heidegger la trayectoria que ha tomado el nihilismo europeo, espe­ cialmente en los últimos siglos. Pero, ¿ha superado su filosofía el nihilismo que condena en otras? Nos parece que no. Pues el nihilis­ mo es la secuencia fatal de una ’’ultima solitudo” o de una Gewor- fenheit, como él dice, sin abertura al Ser trascendente, a Dios. Pero si de Heidegger no se puede afirmar que haya superado el escollo del nihilismo, la interpretación nihilista de S. Kierkegaard, mantenida en la actitud de A. de Waelhens y de los mentores del mismo, no parece conforme a su pensamiento más profundo. El traductor español de la obra de Kierkegaard, La enfermedad mortal, escribe así, vinculándose al conocido pensador italiano C. Fabro: «Para Kierkegaard, el yo humano es una relación ’’derivada”, una relación que en tanto se relaciona consigo misma, está relacionán­ dose a un otro y tiene que apoyarse en el Poder que la fundamenta, en el Poder que la ha puesto o creado. En una palabra, que la rela­ ción con Dios del hombre es ínsita a su misma esencia como rela­ ción consigo mismo. Es la raíz de la existencia, lo que nos hace existir, lo que nos da la vida. Kierkegaard no se cansará de repe­ tirlo, tanto o más como la necesidad de ser individuos... ¿Qué pode­ mos solos en el mundo? Angustiarnos y desesperarnos. Por eso la relación con Dios ha de ser reafirmada y ratificada con toda liber­ tad en el hacer de nuestra vida. Kierkegaard no se queda en el plano ontològico, no pierde a Dios en la niebla, sino que lo hace aparecer en medio de la conciencia como blanco de la elección, al elegirnos y al llegar a ser nosotros mismos»57. Citamos este párrafo siguiendo el método de vinculación a los logros adquiridos. Uno de ellos en la interpretación de Kierkegaard 55. Sein und Zeit, Tiibinguen, Max Niemeyer Verlag, 1953, p. 135. 56. Der europäische Nihilismus, Neske, Stuttgart 1967. 57. O. c., Prólogo del traductor, p. 21.

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