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ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA 295 ponsabilidad en virtud de la doble negación actual y aptitudinal de dependencia. Duns Escoto no baja de la metafísica a estudiar el aspecto psicológico-moral del problema. Ese que hoy tanto preocupa. Pero todo esto se deja entrever en una filosofía como la suya, en la que la psicología y la moral hunden sus raíces en la metafísica. La segunda vertiente de desesperación que analiza Kierkegaard es más soberbia y jactanciosa. En ella el hombre pretende desvincu­ larse de Dios y ser lo que no puede ser. Ello tiene lugar porque el hombre se repliega totalmente sobre sí y quiere colocar su ”yo " en lugar de Dios. Es decir; que por esta desesperación el hombre niega la abertura primaria y la relación trascendental hacia Dios, tan hondamente estudiadas por Duns Escoto en su análisis metafísico. Si la persona es existencia incomunicable es para abrirse, como existencia recibida, al Creador de la misma, punto de partida de toda posible abertura y comunicación posterior. El desesperado, por la enfermedad más mortal que imaginarse pueda, se coloca en vez de Dios, rompe el vínculo con lo trascendente y se des-religa de su Hacedor. No quiere reconocer esa dulce vinculación óntica aue proviene de la relación trascendental sobre la que Duns Escoto nos habla tan detenida y profundamente. Con esto no hacemos más que apuntar hacia estos problemas de la persona. Pero esta mera mención de los mismos hace que el espíritu se asome a esas profundidades hondas donde se forja lo mejor que hay en nosotros. En la línea de S. Kierkegaard surge en nuestro siglo la filosofía de M. Heidegger. ¿P.epite, completa o seculariza la doctrina de S. Kierkegaard? No podemos entrar en esta discusión. Tan sólo nos permitimos observar que en contacto directo y sereno con los textos originales, la interpretación de A. de Waelhens, y cuantos le siguen, nos parece insostenible51. Aquí, en Salamanca, podemos aducir un testimonio extrínseco muy valioso, el de M. de Unamuno. M. F. Sciacca escribe que Kierkegaard «viene scoperto in Germania nella grande crisi spiri- tuale che accompagnó e seguí la guerra mondiale del 1914-1918» 52. En 1900 Unamuno lo tenía conocido, pues estudia el danés para poderlo leer en su lengua original y adquiere para su biblioteca las obras completas del mismo. Todo porque siente a Kierkegaard un "hermano en la pasión”. 51. A. de Waelhens, La filosofía de Martin Heidegger. Trad. esp. de R. Ceñal. Madrid, Instituto «Luis Vives» de Filosofía, 1952, pp. 338-359. 52. O. c., t. I, p. 109.

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