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170 L A S « I N V E S T I G A C I O N E S L O G I C A S » D E H U S S E R L elementos simples — signo, expresión, significado— que no pueden ser reducidos y, por lo tanto, tal tentativa terminará fracasando pues habría que reducir el lenguaje a algo que no fuese lenguaje y esto sólo se puede hacer a través del lenguaje. Esos elementos simples no pueden ser «explicados», sino tan sólo «elucidados» (p. 146); el único modo de romper este círculo es abrir el lenguaje a lo que él mismo lleva consigo. De este modo, el lenguaje tiene el poder de interrogarse a sí mismo. Husserl hace ver la correla­ ción esencial que existe entre el objeto propio de las expresiones («significados») y los actos que confieren tal significación: tal co­ rrelación constituye la esencia intencional del acto de expresar, pero el contenido esencial es la idealidad del significado. Toda expresión verbal es un «signo»; este tiene dos aspectos que Husserl llama «signo-expresión» y «signo-índice», aludiendo el segundo a la función de comunicación de la que aquí se prescinde. E l hilo del análisis fenomenológico será la «unidad descriptiva» de las viven­ cias intencionales, unidad que no se debe confundir con la que reside en el contenido objetivo y la que reside en la continuidad de la vida psíquica (distinción entre contenido real e intencional). El signo lingüístico es un signo significante (p. 149), es decir, que remite a un objeto significado. La expresión no conserva en la variación esencial su existencia, sino tan sólo lo que la constituye como expresión, su esencia: el ser signo significante; la existencia pertenece a la función comunicativa que aquí queda entre parén­ tesis. La expresión apunta al objeto por medio del significado, pero sin expresarlo en el sentido propio del término. La relación entre el acto y la objetividad es intencional y es en esa relación donde se da el sentido; tal objetividad mentada es la que agrupa en un acto único distintos momentos parciales. Las relaciones signo-objeto están mediatizadas, no sólo por vivencias como la de significar, sino también por otras como la de conocer. No podemos quedarnos en la objetivación general, sino que tenemos que llegar a los actos sobre los que se constituye tal objetividad, es decir, las vivencias intencionales. La esencia del significado mismo no es un contenido real del acto de significar; desde el punto de vista del análisis objetivo de los contenidos habría que distinguir entre «expresión», «significado» y «objetividad expresada»; el significado no es parte real de las vivencias, sino que se da en la expresión presentándose como idealmente uno respecto a las circunstancias psicológicas en que aparece. El ser-expresada es, con relación al contenido del sig­ nificado, la objetividad: «a la expresión corresponde tener un sig­ nificado; es en el significado donde se constituye la relación con

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