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A N T O N IO P IN T O R -R A M O S 1 7 5 exige ser muy matizada. De ello se deduce que, si bien la «psicología descriptiva» es uno de los motores de la reflexión de Husserl, sus soluciones son muy distintas. En una «nota aneja» (pp. 272-274) Schérer hace ver la impor­ tancia que tuvo el kantismo, principalmente en la persona de Na- torp, como catalizador de la reflexión husserliana; los problemas de Natorp y los de Husserl son los m ismos, pero el modo de enfo­ carlos y las soluciones son completamente distintas. El último capítulo, «Del significado a la verdad» (pp. 275-318), está dedicado a la VI Investigación. Aquí se enfrenta Husserl al problema de la verdad-, toda verdad supone un juicio existencial, pero este no puede fundarse en la coherencia del discurso, sino que exige la presencia de la cosa misma. Evidentemente, los actos no se pueden fundar sólo unos sobre los otros, sino que tienen que referirse a objetos en tanto que contenidos en tales actos. El pro­ blema del conocimiento se presenta así como la síntesis de realiza­ ción entre la intención y la intuición que le da cumplimiento; así lo resume Schérer: «La condición de la posibilidad del conocimien­ to es que un acto sea de tal forma, o esencia, que le corresponda en una realización de coincidencia un acto que le suministre una realización intuitiva» (p. 279). No se trata de ninguna doctrina metafísica, sino de una elucidación fenomenológica previa: la vi­ vencia en tanto que intencional apunta a un objeto y el conocimien­ to consiste en el cumplimiento (Erfüllung ) de esa mención por medio de la intuición que da su plenitud ( Fiille ) a la intención, pero todo ello dentro de la inmanencia de la conciencia. Esto es, sin embargo, muy simple; «intuición» no es un término claro ni tampoco unidimensional que le convertiría en un bálsamo de Fiera­ brás que soluciona todos los problemas; hay una intuición sensible que es la fundamental y una intuición categórica ; esta distinción es paralela a la de materia y forma de los juicios y presupone, res­ pectivamente, una abstracción «sensible» o «ideadora» y una abs­ tracción «categórica»; así, los conceptos se dividirán en sensibles, mixtos (virtud, v. gr.) o puramente categórico-s («unidad», etc.) que es también lo que conforma la división entre sensibilidad y enten­ dimiento, pero sin que éste intervenga sobre el objeto, pues no se da ningún «juego de facultades» al estilo kantiano. Como se ve, la fenomenología es algo previo al realismo o idealismo gnoseoló- gicos en sentido usual (cf. p. 338). Este es, con el anterior, el ca­ pítulo fundamental de la obra; las Investigaciones, a pesar de su ritmo desconcertante, no son una mera yuxtaposición de temas dis­ tintos, sino que existe una unidad de fondo que hace que los pro

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