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158 LA «NUEVA» ENCICLOPEDIA FILOSOFICA e) credenza, ragionamento, in- guaggio. telligenza, coscienza, lin- e) motivazioni e affettività. f) personalità e carattere. g) psicologia differenziale (so- f) psicopatologia e psicoanalisi. g) metapsichica. ciale, religiosa, dell’età evo­ lutiva e involutiva) e appli­ cata. h) psicopatologia. i) metapsichica. Ese enriquecimiento aparece aún más claramente en otras sec­ ciones. La Estética, por ejemplo, quedaba despachada en la primera edición con tres apartados (conceptos y tendencias, formas de arte, corrientes y movimientos); en la segunda se le dedican siete (con­ ceptos y términos; artes y géneros artísticos y literarios; categorías estéticas; arte y técnica; psicología del arte; corrientes artísticas; tendencias estéticas). A la Filosofía de la Religión se le daban cuatro apartados; ahora, ocho. El Indice histórico ha sido también ampliado y renovado, aun­ que en menor escala. Entre otros retoques, se advierte cierto relevo de Kant, que en la primera edición parecía ser el eje de la historia de la Filosofía, impostado dos veces en la médula de su transcurso («VIII. Dal’600 a Kant.». «IX. Da Kant alia fine dell'800»). Con ello se da mayor realce a la verdadera importancia de los largos decenios prekantianos, cuyas corrientes de pensamiento se desglo­ san más minuciosamente, en especial las escolásticas: éstas apare­ cían en el esquema general de la primera edición bajo el común epígrafe de «La Scolastica del '600 e '700», y sus representantes, tan variados, se mezclaban sin otro orden que el alfabético (IV 1.911); ahora los encontramos diversificados en cinco grupos: el de las Escuelas tradicionales tomista, escotista-buenaventuriana y jesuíti­ ca, más algunas otras «no caracterizadas»; el de los pensadores innovadores; el de los «eclécticos y abiertos a la filosofía moderna», entre ellos los hispánicos Clavijero, Cordeiro, Eximeno, Villalpando, Masdeu, Monteiro, Nájera, Pou y C. Rodríguez; el de los originales, donde no aparece otro español que el capuchino Martín de Torre­ cilla; y el de los polemistas contra la filosofía y la ciencia moderna. Acertadamente se sacan de aquella lista amorfa de la primera edi­ ción, además, otros pensadores que, como Feijóo, mal podrían encuadrarse en ella bajo la etiqueta de «escolásticos», y se los sitúa en lugar aparte. La admisión, por primera vez, de nombres hasta ahora poco conocidos, como los mencionados, testimonia el grande acrecentamiento informativo sobre el de la tabla primitiva. Otras

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