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136 VISION DE LA FRATERNIDAD gélica que, en la intención de F ran c isco , es más que un estilo canó n ico una «forma cord is», una vivencia co rd ia l, un tipo nuevo de convivencia. Un «aggiornamento» en-por-para el Evange lio . Una toma de conciencia que despertó al mundo de su letargo y de su aburguesam iento y le in sp iró la existencia peligrosa, la vida inse gura por el reino de los cielos. E s un retorno explícito , profesado y urg ido al Evangelio . V u e l ven a sonar las consignas incon fo rm istas, la llam ada al despren dim iento total, la rup tu ra vio lenta con el ambiente, la s decisiones sin cond ición . E s te valeroso y hero ico «quemar las naves» para ev itar toda posib le re tirada une más que la ca rne y la sangre. H ay un rebrote poderoso de vida evangélica y fraterna. Una juventud e sp iritua l, fogosa, ardiente y profètica hace reco rda r a C risto y a sus apóstoles. No hay clases, n i pa rtidos, n i p re ju icio s, No hay más que herm anos que viven impu lsados por el m ismo esp íritu . D ice certeramente Pap in i: «Se ab rieron las ro sas ro ja s sobre las zarzas secas, brotaron de los corazones nuevos cantos, salie ron de los e rem ito rios en ru in a s, de las avaras tiendas, alm as renovadas de doctores y mercaderes que fo rm aron nuevos en jam b res. P a recía que Um b ría se transfo rm aba en Galilea» E s t a fue la revo lución de F ran c isco , la fuerza in sp irad a que le convirtió en padre de razas y pueb los: la frate rn idad beb ida a cho rro s en el Evange lio . Doctores y campesinos, m ercaderes y a rtis tas, patronos y obreros compartiendo la m ism a mesa. Una apretada vida fra te rna l que puebla las casas de hombres que han descu b ierto el mandam iento «nuevo», no en exp licaciones cu ltas de aula, sino en la p ráctica v iva y contagiosa de la caridad . Amor lleno de significación y de contenido que se desborda espontáneamente en fo rm as corteses, en santa emu lación , en generoso se rv icio al he r mano. A sí fue el b ro ta r fran ciscano tal como lo relatan los p rim e ros biógrafos de F ran c isco . Po r Las Florecillas se derram a una triste nostalgia. Y en este aspecto concreto tienen razón : una frate rn idad m ino rita ria en que todos se conocen por sus nombres, que conversan en mesa redonda, que se e stim u lan a ser m ejo res es un amb iente más prop icio para la vivencia de la am istad que una corporación organizada que se extiende por todo el un iverso . L a p rim itiva fratern idad está más un ida incluso físicamente. H ay un encuentro permanente. V iven 1. La logia de los bustos, p. 24 (Madrid 1959).
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