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1 4 6 VISION DE LA FRATERNIDAD deraba necesaria la revisión de las gestiones de la suprema auto­ ridad en la orden. Naturalmente, un arma tan poderosa —y peligrosa— como la opinión pública por su influencia en la vida social, no se puede dejar en mano de irresponsables. No se puede presentar como opi­ nión pública lo que obedece a intereses creados o a las ambiciones de los grupos de presión. No es opinión pública la que carece de «representatividad» o la que se forma subrepticiamente, el cotilleo o el rumor anónimo. No es opinión pública la que se incuba en la deformación de la verdad con exégesis partidistas. Todo esto ha de quedar muy claro. Ante la opinión pública rectamente formada, la única actitud razonable es la aceptación alegre y sumisa, aunque contradiga opi­ niones personales muy queridas. ¿Qué duda cabe que el Concilio ha producido a lo largo de sus sesiones estados de incertidumbre y angustia? Pero, una vez terminado, hay que aceptarlo íntegra­ mente con espíritu de desprendimiento. Se ha formado una recta opinión pública indiscutible. Decir que el Concilio ha dejado las cosas como estaban es un error lamentable. Frenar la marcha del posconcilio con interpretaciones subjetivas que contradicen su espí­ ritu y su misma letra constituye una falta grave de soberbia y de terquedad. Uno de los métodos más eficaces para formar y orientar la opinión pública son los congresos, las reuniones representativas, los diálogos en mesa redonda donde se plantean públicamente los problemas más urgentes. El saber escuchar y el saber hablar es un modo especialmente apto de detección de la opinión pública. La encuesta sobre cuestiones de importancia pone en manos de la comunidad el verdadero sentir comunitario. RENOVACION La renovación es una ley de pervivencia en todo tipo de institu­ ciones instaladas en el tiempo. El dilema es apremiante: «O reno­ varse o morir». La vida institucional necesita de ciertas normas organizativas. En rigor, la organización es un trampolín para lan­ zarse al ideal. Donde no existe una organización razonable se dis­ persan las fuerzas, se inhiben los cobardes y proliferan los holga­ zanes. Sin embargo, desde otro punto de vista, la normación exce­ siva sofoca en muchos casos la libertad de acción y la iniciativa personal y colectiva.

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