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F. J. CALASANZ 1 4 5 muy amplio. Piénsese en los fabulosos matices de una forma tan flexible y sugestiva como la fórmula franciscana de «vivir el santo Evangelio». El Evangelio como forma normativa se encarna en infinitas posibilidades de pensamientos y de acción: cultura, sico­ logía, carácter, raza, tiempo y espacio, etc. Lo de «según los tiem­ pos y frías regiones» tiene una intención y una resonancia uni­ versales. Los responsables de la formación y de un modo concreto de la formación juvenil son los transmisores fieles de la opinión pú­ blica. Al joven no le interesa saber cómo piensan subjetivamente sus pedagogos, sino lo que piensa su generación, las ideas-fuerza que mueven al hombre moderno. Lo que quiere decir que, en el terreno religioso, los formadores han de ser «modernos» en el buen sentido de la palabra. La mentalidad de apertura que caracteriza al posconcilio se aviene mal con el conservadurismo ideológico. El Concilio tiene un concepto optimista de las realidades terre­ nas. Habla de su autonomía en un tono de seguridad y valentía que fue nuevo hasta nuestro tiempo. Sancionó la libertad religiosa entroncándola con la ley natural. Reconoce la transcendencia de los medios de comunicación social. Resalta los derechos humanos de la persona. ¿ Cómo puede formar la conciencia de la juventud quien crea falsos recelos contra el mundo o desconfía de la libertad por principio y tiene convicciones personales que minimizan la libertad religiosa? La libertad de expresión es igualmente un derecho inalienable de la persona humana. La obediencia religiosa si es razonable —y jamás puede dejar de serlo— es perfectamente compatible con dicha libertad. Es más, en el ambiente comunitario, el «declarar y divulgar su opinión» puede venir exigido por el servicio prome­ tido profesionalmente a la comunidad. Y es deber de la autoridad crear las condiciones favorables para una sana opinión aceptando de antemano todas las consecuencias. La autoridad está en función del bien común. Cuando no cum­ pla sus deberes al servicio de la comunidad entra en acción la crí­ tica constructiva que informa con justeza sobre la insuficiencia o el desacierto de la autoridad. Esto se hace en todos los países libres del mundo. Los gobernantes inteligentes quieren que se critiquen abiertamente sus gestiones cuando se apartan del derecho estable­ cido. Por lo cual, al formar gobierno, incluyen en él miembros de la oposición. Pero no hace falta recurrir a estas pruebas. San Fran­ cisco manda que, cuando el ministro no sea capaz, se nombre otro después de madura deliberación. O sea que San Francisco consi­ 10

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