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110 CARACTEROLOGIA GENERAL DE LA. coreta»; Medrano, horaciano y emocionadamente religioso, bebei* buenos raudales de inspiración en los hontanares de la Biblia. En la épica, si se exaltan los valores nacionales, sentimentales o joco­ sos, también se cantan en tono mayor los religiosos y los triunfos de la verdad cristiana. La ascético-mística alcanza su mayor es­ plendor y culminación con ambos Luises, Malón de Chaide, Fray Juan de los Angeles, Fray Diego de Estella, Fray Alonso de Ma­ drid, Fray Francisco de Osuna y los dos astros carmelitas: Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. Es también la época dorada para nuestra historia. Diego Hurtado de Mendoza, Ambrosio de Morales, Jerónimo Zurita, los PP. Mariana y Ribadeneyra y Fray José de Sigüenza adunan a su mayor rigor científico y verda­ dero primor literario una religiosidad seria y meditativa deri­ vada en la mayoría de ellos de su carácter religioso-eclesiástico. La novela pastoril levanta polvaredas de polémica moral, pero en su doctrina religiosa y en su concepción del amor nada hay de reprochable. Y trajo el bien espiritual de suscitar el tema pas­ toril para dar expresión a muchos conceptos místicos, a más de intensificar la devoción al misterio de Belén, muy frecuentemente descrito en ellas con caracteres de bucólica simpatía. La épica culta, tan apreciada en su tiempo y tan subvalorada después, os­ tenta innegables valores religiosos hasta el punto de que muchos de esos poemas fueron bautizados con el nombre y apellido de «contemplaciones devotas». Incluso muchos de estos poemas lle­ garon a sustituir, entre un público menos culto y preparado, para su devoción, a los tratados no tan fáciles de comprender y adquirir de nuestros místicos. Mesa, Virués, Ojeda, Valdivielso y otros supieron imprimir auténtica elevación espiritual y sincera emo­ ción religiosa a sus obras. Y Hernández, Zapata, Balbuena y Ercilla, con algunos más, dejan traslucir su franca religiosidad en más de un episodio de sus brillantes poemas. Finalmente, el teatro pre- lopista de este reinado, si no supone avance alguno especial ni en la técnica ni en la ideología —incluida la religiosa— sí da muestras de una vitalidad joven y de un aprecio respetuoso para los valores espirituales. Exalta las excelencias de lo religioso al par de lo patriótico y casi todos sus representantes, Fray Jeró­ nimo Bermúdez, Argensola (Lupercio), Cervantes, Juan de Timo- neda, Virués, Rey de Artieda, Lope de Rueda y Juan de la Cueva, además de esos elogios a su religiosidad merecen que recordemos que también compusieron alguna o algunas comedias de tipo devoto o algún auto sacramental. Pero donde verdaderamente está representado el teatro religioso y la religiosidad del teatro en esta

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