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9 4 CARACTEROLOGIA GENERAL DE LA. escrito a este respecto nuestro gran crítico literario Dámaso Alon­ so: «Y es probablemente también esta tremenda dualidad la que da su encanto agrio, extraño y virginal a la cultura española, y es ella — la dualidad misma y no ninguno de los elementos contra­ puestos que la forman, considerados por separado— lo que es pe­ culiarmente español». Pero el realismo artístico hispano no es una preocupación co- minesca de verismos inertes o de naturismos fotográficos. Tampoco una sobreestima del pormenor invalorable. Ni un afán exclusivista de reproducción a ultranza de lo empírico o sensorio. Es, sí, un esfuerzo, razonablemente consciente y noblemente aplicado, por reducir la idealidad al terreno, si ello fuera posible, de lo vital cotidiano, material y objetivo. Un afán porfiado de conjugar la idealidad poética según el paradigma de la realidad ambiente. Un anhelo prometeico de sustraer lo bello inmaterial a las deidades empíreas para sumergirlo en lo natural humano y ungirlo así de venustez alada. Un conato, logrado en parte, de convertir la poesía en historia. A su vez el idealismo español no es un sueño vano de fantas­ magorías inaprensibles, un intento irracional de evasión de una materialidad irrenunciable, como tampoco un metafisicismo para trascender de todo lo terrenal y cósmico. Lo que anhela el idea­ lismo hispano es —y lo decimos con las autorizadas frases de Me- néndez Pidal, aunque permitiéndonos su desplazamiento aplicati- vo— : «Lograr la transubstanciación poética de la realidad tocando de subjetividad, de emoción, de universal idealidad las complejas particularidades de lo inmediato aprensible, sin practicar en ellas una abundante poda destinada a obtener formas de abstracta gene­ ralidad, y sin consentir a la fantasía sus más avanzadas y libres aportaciones en sustitución de lo eliminado». El idealismo español supone siempre un denodado y noble esfuerzo por elevar lo mate­ rial y sensible a un plano superior, a una especie de laboratorio estético en procuradas condiciones asépticas de lo artísticamente impuro, para despojarlo en él de lo grosero y feo y dejarlo así en un naturalismo adámico en estado de gracia o felizmente rege­ nerado. El idealismo hispano no desdeña en absoluto el realismo, más bien lo utiliza como escabel o como rampa de lanzamiento para desde él remontar su vuelo a las serenas esferas donde resuena la música no perecedera y de números concordes que envía consonan­ te respuesta a la de la naturaleza bella. Y entrambas a porfía, según la bella metáfora de Fray Luis de León, mezcladas y en acorde,

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