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ABILIO ENRIQUEZ CHILLON 9 1 dece, a mi parecer, a esta ausencia de fines pragmáticos o utilita­ ristas en nuestros creadores. Esta anonimia me parece el más alto grado de desinterés material en un literato al desdeñar hasta la gloria de su nombre. Y no es que se trate de una anonimia esporá­ dica o reducida a obras de un valor mediocre o discreto. Por lo contrario, ha sido muy repetida y afectante a veces a piezas capitales de nuestra historia literaria, como «El Mió Cid», «El Lazarillo» y, en parte al menos por su atribución dudosa, «La Celestina», «El Condenado por desconfiado» y hasta el mismo «Burlador de Sevi­ lla». Cabe también el considerar efecto de ese desinterés utilitarista en el arte hispánico, especialmente en el literario, bien que en un grado considerablemente inferior, el colaboracionismo. Fenómeno éste que aparece entre nosotros con una reiteración desconocida en otras literaturas. Y cabe también el hacerlo con las abundantes refundiciones, a las que han recurrido — y casi siempre con feliz fortuna— hasta nuestros más preclaros ingenios, desde los autores dejnuchos de los cantares de gesta hasta Calderón, pasando por el mismísimo Lope y su discípulo Tirso. Pero es preciso confesar que en esta trilogía de la anonimia, el colaboracionismo y las refunciones, el desinterés se ha impuesto al individualismo, que con ejemplar liberalidad les ha cedido sus de­ rechos de primogenitura. Sin embargo, aun en esos casos, no ol­ vidaron que la diferencia enseña más que la semejanza y que el mimetismo de las formas comporta siempre un grave riesgo artís­ tico: la mengua de la propia personalidad. Ese mimetismo, sobre todo si se repite con frecuencia, arguye ineludiblemente o una falta de talento o una ausencia de voluntad creadora. «Aprender por diferencia o a contrario, dice un autor, es de espíritus observadores e independientes». 4 .a C O N JU N C IO N S IN G U L A R DE ID E A L ISM O Y R E A L ISM O . No es lo típico de la Literatura española el ostentar cada uno de estos elementos ni en solitario ni en alternancia temporal o espacial. Lo característico de nuestras bellas letras es ofrecernos los dos en una simbiosis feliz, única, y extraordinariamente estética. En rea­ lidad puede decirse, y es cierto, que no hay literatura únicamente realista o únicamente idealista. En todas las existentes se da la conjunción de ambos elementos, sólo que en proporción diversa en cada una de ellas. Es, pues, la dosis de uno y otro lo diverso y característico en las individualidades literarias. Pero es igualmente cierto que en ninguna de ellas esa dosis ha sido constante y uni

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