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ABILI0 ENRIQUEZ CHILLON 8 1 que el autor de estas páginas sea contrario a esas aperturas y apre­ ciaciones por lo bueno de fuera, todo lo contrario, pues reconozco que todo ello puede beneficiar, y mucho, nuestras bellas letras, especialmente en algunos géneros, francamente en notable inferio­ ridad respecto a las producciones de otros pueblos. Lo único que trato de hacer es constatar un hecho que desvirtúa un tanto la apreciación indicada del gran maestro de nuestras ciencias lingüís- tico-literarias. Porque, quiérase o no, de esa admiración por lo extraño brota necesariamente una propensión a imitar, más o me­ nos consciente o inconscientemente, eso que se admira. Porque se da en todo ser humano una tendencia innata a imitar y emular aquello que le fascina. Y no es un secreto para nadie que hoy los ídolos fascinantes para casi todas las fes literarias, más que entre los patrios lares o penates, se buscan y se tienen en panteones foráneos. De todas formas, tanto esos factores de nuestro carácter lite­ rario como todas esas fuerzas o tendencias, de uno u otro tipo, que puedan influir o haber influido en el consciente o en el inconsciente de nuestra personalidad literario-artística, al fin como cosas huma­ nas y elementos de su historia, están de siempre sujetos a vaivenes y alteraciones, oscilaciones entre máxima y mínima, acrecentacien- tos y disminuciones, intensificaciones y suspensiones, en ese com­ plejo y misterioso movimiento en flujo y reflujo de lo histórico, que preside y va marcando en épocas las mareas, mansas o vio­ lentas, de esos mares tan arcanamente latebrosos del espíritu y quehacer humanos. CARACTERISTICAS PRINCIPALES DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 1 .a L a s o b r i e d a d . No sé si el archi-atildado Horacio, que blasonaba y no con sor­ dina, de su epicureismo práctico, admiraría mucho o nada a los parcos y sobrios hispanos. Tampoco podremos ya saber con abso­ luta certeza si el que confiió más en la ágil huida y en echar la rodela a la espalda, mientras daba ésta al enemigo, sintió simpatía o antipatía por los valerosos y audaces iberos. Lo que sí sabemos es que cuantas veces los recuerda con este nombre o con el de cántabros y numantinos lo hace siempre aplicándoles los califica­ tivos de indomables y fieros. Como también que invariablemente califica a Iberia de dura y feroz. Pero feroz o fiero significa en buen 6

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