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7 8 CARACTEROLOGIA GENERAL DE LA. menos educados por ellos. Recuérdese que la Iglesia era en aquellos siglos la más calificada depositaría de la cultura y su transmisora. Todo ello refuerza notablemente nuestra teórica presunción en fa­ vor de una influencia notable de las literaturas griega y latina en la española medieval. Mas no vaya a creerse que sea sólo mera presunción teórica o hipotética, aunque con sólidas bases de apoyo, lo que nos hace estimar que se haya producido esa influencia de las letras clásicas en las hispánicas del medievo. Nuestra actitud favorable tiene una confirmación palmaria en el estudio y análisis de cada uno de nues­ tros autores aludidos. Pero esta demostración nos llevaría aquí demasiado tiempo y excesivo espacio, por lo cual la reservamos para un estudio ulterior, al que, por ahora, nos remitimos, al mismo tiempo que remitimos también al lector a la bibliografía que va al final del presente estudio. Naturalmente que a partir del Renacimiento esta influencia de las literaturas clásicas en la nuestra se eleva a una potencia de exponente máximo. Mejor o peor interpretados, los clásicos griegos y latinos pasan en este período a ser modelos imitables e imitados. Su aprecio raya en la veneración, aunque en nuestros pagos, afor­ tunadamente, no se llegue por este camino a las extravagancias de los humanistas y renacentistas italianos. Y desde entonces puede asegurarse, sin temor a caer en hipérbole desmedida, que ese aprecio de los «clásicos» como los modelos más dignos de imitación ha pesado venturosamente, en proporción medida o desmedida, sobre todos nuestros grandes escritores. En términos generales podríamos aventurar, sin temor a equivo­ carnos mucho, que a los maestros de Grecia y Roma les es deudora nuestra literatura, en gran parte al menos, de la espontaneidad y de la naturalidad, notas señoreadamente distintivas de su inspira­ ción. No menos creemos que se lo es de su tendencia a la proporción entre contenido y forma y al equilibrado dominio por parte de la razón sobre las demás facultades concreadoras de lo bello. También, y esto con mayor seguridad, del sentido del ritmo en la prosa y del número y medida en el verso. Y a todo esto habría que añadir aquí gran parte de lo asignado al factor étnico romano, ya que, en una dosis muy considerable, aquel influjo lo ha venido ejercien­ do la romanización a través de lo literario. Deben también ser tenidos en cuenta, a la hora de analizar nuestra caracterología literaria, los influjos ejercidos en ella desde su aparición histórica por los grandes movimientos literario-artís- ticos que han marcado épocas en la literatura universal. Tales, el

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