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7 6 CARACTEROLOGIA GENERAL DE LA. infancia particularmente, conduce las cualidades de un artista, o de un grupo de ellos, en una misma dirección, a través de los tiem­ pos y de sus vicisitudes? Sin embargo, ¿podemos suponer ajenas a este influjo la pintura holandesa, la italiana o la española? Y dentro del campo de las bellas letras, nuestra historia litera­ ria nos brinda no pocos casos — algunos de muy notable relieve— en que las semejanzas estéticas y unas similares características ex­ presivas, notoriamente perceptibles, entre autores separados unos de otros por notables distancias temporales, tienen, o pueden tener al menos, una explicación nada simplista y sí muy razonable y aceptable en ese influjo de áreas y paisajes geográficos. «Los pai­ sajes — dice Charles Moeller— que han presenciado el despertar de un hombre a la vida consciente desempeñan un papel capital en la formación de su pensamiento». Más de un historiador y más de un crítica de nuestra Literatura han reparado en el raro fenó­ meno de afinidad, en cualidades personales y estilísticas, que se da entre tres personajes de tanto relieve literario y tan separados en el tiempo como son Séneca, Mena y Góngora. Y más de uno también de esos historiadores y críticos han indicado, como expli­ cación posible y admisible, el influjo en todo ellos de su patria chica, Córdoba, y su paisaje. Pero hay casos en los que se aprecia más claro aún y más pa­ tente el influjo de las áreas geográficas y de los paisajes en el crear literario. Y uno de ellos es el que parecen ejercer las diversas regio­ nes españolas, sobre todo en la poesía. Creo indudable, a vista de los hechos, que Galicia, Castilla y Andalucía, por ejemplificar tan sólo con las más sobresalientes, poseen una virtualidad eficiente y determinante de ciertas características poético-literarias. La sauda­ de melancólica, la poesía filosófico-cerebral y el genio alegre y lumi­ noso, cascabeleante y zumbón, de una letrilla, ineludiblemente los asociamos a unas bien definidas áreas geográfico-hispanas. Y a buen seguro que nos resultaría una marcha contra corriente el tener que explicarnos una Rosalía de Castro castellana, unos Quintero galle­ gos o un Jorge Manrique andaluz. En cambio, ¡ qué natural encon­ tramos el que la gran poetisa sea gallega, el que los insignes autores del «Genio alegre» sean andaluces y el que el autor de las «Coplas» inmortales sea castellano! Areas y climas juegan, sin duda, un papel, quizás mucho más importante de lo que sospechamos, en la plasmación del pensar y del sentir humanos. Un cielo despejado y luminoso, un paisaje con escasa variedad de relieve y de horizontes dilatados, un clima de tierra adentro, no pueden influir de la misma manera en el ánimo

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