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4 0 2 EN R IQU E R IV E R A DE V EN TO S A al ser elevada a la categoría de trascendental del ser. Evocando la imagen teresiana del Castillo Interior, diríamos que la correlación no hace guardia por los aledaños del castillo del ser, sino que se ha instalado en la cámara regia del mismo. Hasta en la vida trini­ taria, y primariamente en ella, se vive una vida íntima de corre­ lación. Y una correlación análoga, muy análoga, conexiona nuestro maravilloso mundo que, metafísicamente hablando, es abrazo y comunión. Pero el genio de Amor Ruibal se detuvo aquí y no dio el paso, lo juzgamos de muerte, que dio Hegel. Para Amor Ruibal no se agota el ser en ser relación, como para Hegel. Esto vale cierta­ mente de las relaciones vigentes entre Dios y los seres finitos y también de las relaciones que éstos mantienen entre sí. De aquí brota una segunda diferencia. 2. En Hegel la relación no tiene término alguno. Consiste tan sólo en ser preparación mediada del puro devenir de la Idea Abso­ luta, que se despliega en historia irrepetible a lo largo del tiempo. Para Amor Ruibal esto no tiene sentido. La relación pide siem­ pre un término. Y carecería de valor metafísico, sería una ilusión, la relación sin término alguno de referencia. En la férrea lógica de los sistemas, de esta segunda diferencia nace la tercera. 3. Consiste esta tercera en que para Hegel no hay más realidad que la única historia concreta e irrepetible en la que la Idea Abso­ luta o el Espíritu Universal fuerza a los diversos sujetos empíricos para que cumplan las exigencias que les impone. Para Amor Ruibal las relaciones pueden constituir vínculos per­ manentes y estables con los términos con los que se relacionan. A} buen sentido del pensador gallego le repugna el monismo pan- teísta hegeliano y defiende un neto pluralismo, aunque, eso sí, con íntimos nexos y vinculaciones. No hay orgía metafísica en la visión ruibaliana. Todos los seres conservan su íntima autonomía. Pero junto con esta autonomía la correlación preside las mutuas vincu­ laciones de los mismos. Dos nuevas diferencíasela cuarta y la quinta, se siguen de las posturas anteriores. 4. Para Hegel, dada la única e irrepetible realidad del proceso histórico, lo interesante es descubrir la ley de este proceso, total­ mente inmanente. Esta ley la enunció en su tríada dialéctica: tesis,

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