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390 JO SE R IE S C O TERRERO propio de la Metafísica es el ente como ente, en el que se incluyen como parte subjetiva principal las sustancias separadas en cuanto a aquellos conceptos que podemos adquirir vía sensus. Por razón de ellos el metafísico abstrae de la materia sensible y considera como parte de su objeto, las esencias de las cosas materiales. Este ente común a Dios y a la criatura es unívoco, aunque como veremos, esta univocidad es, según él, compatible con la analogía. Echando una mirada retrospectiva a todo cuanto llevamos dicho, no es difícil advertir que hay unos puntos fundamentales de con­ veniencia que marcan el cauce por el que discurrió el pensamiento de la escuela a partir de Escoto, Estos puntos son: 1) Univocidad del ente respecto de Dios y de la criatura. 2) El ente común unívoco es el sujeto primero de la Metafísica. 3) Dios entra en la Metafísica no como sujeto adecuado de la misma, sino como la parte principal del sujeto y, según algunos, también como causa primera del ente. ¿Pero es unánime el parecer de los representantes de la escuela en todos estos puntos? Creemos que no. El punto fundamental que da pie a un pluralismo de opinión, es el de la unidad y predica- bilidad del ser. Para completar este estudio sobre el ser, pretendemos ahora demostrar que la apertura hacia la analogía del ente, también está representada en la escuela franciscana. Analogía del ente Ya a partir de Escoto nos encontramos una duplicidad de opi­ nión que después hemos podido ver confirmada por otros repre­ sentantes de la escuela. Como se recordará, Escoto, en sus obras teológicas, especialmente en el Opus Oxoniense, se inclina por la univocidad del ente, común a Dios y a la criatura. Pero la lectura de sus obras filosóficas especialmente de las Quaestions subtilis- simae in Metaphysicam Aristotelis, que según la crítica moderna son auténticas, nos ha ofrecido no pocas sorpresas a este respecto. Por lo que se refiere a la predicabilidad del ente, Escoto adopta una postura que difícilmente puede conciliarse con la adoptada en el Opus Oxoniense. En efecto, ya en la primera cuestión del libro primero, para rechazar la opinión comúnmente atribuida a Averroes, según la cual, el sujeto de la Metafísica serían las sustancias separadas, recurre a la falta de univocidad existente entre ellas. «Ita contra Commentatorem: Deo et intelligentiis non videtur esse aliquid com-

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