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E l p ro b lem a de l ser en la escuela franc iscana El problema del ser es antiquísimo. En cierto sentido, tan anti guo como la filosofía y, hasta pudiera decirse, como el mismo hom bre. Porque éste lleva en su naturaleza el deseo innato de saber, de conocer los últimos porqués de las cosas, deseo que no se sacia sino cuando ha logrado adentrarse en la entraña misma del fenó meno que admira, en el ser. Por eso el problema del ser se hallaba ya implícito en los esfuerzos y conatos con que los presocrátícos trataban de descubrir los primeros principios constitutivos de los cuerpos. El problema del ser se plantea abiertamente en las escuelas Jó nica y de Elea, con las antinomias de lo uno y de lo múltiple, del ser y del hacerse. Las soluciones apuntadas por Parménides y Herá- clito no satisficieron a los posteriores. Sócrates y Platón señalaron nuevas soluciones con la teoría del concepto y las sensaciones, y la distinción entre el mundo de las ideas y el mundo de las cosas. Pero eran soluciones parciales y como tales, incompletas. Es Aristóteles quien afronta el problema desde distintos puntos de vista, y con la doctrina del acto y de la potencia y de la analogía aporta una solución que, en líneas generales, ha sido secundada por los cultivadores de la Metafísica hasta la llegada de la Filosofía Moderna. Con razón cabe a Aristóteles la gloria de ser considerado como el padre de la Metafísica. Pero no por ello puede darse por agotado y plenamente resuelto el problema del ser. A través de los tiempos, y de modo especial en la edad moderna, se han descubierto nuevas perspectivas y se ha enriquecido lá pro blemática del ser. Los avances y descubrimientos de las ciencias han planteado nuevos problemas que en el fondo se hallan íntima mente relacionados con el problema del ser. Nuevas facetas, nuevos aspectos, nuevas proyecciones se revelan a cada esfuerzo de la mente
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