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ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA 3 0 1 momento cultural en el que el hombre aspira hacia la verdad plena. En coloqu ios abiertos, frente a toda clase de totalitarismo hecho sistema, los pensadores deben sentirse solidarios de una obra en común, al servicio de la unión de los pueblos. En sus manos están factores de una virtualidad creadora. Tanto la ciencia com o la fe deben actuarse conjuntamente para que su eficacia creadora sea aún mayor. Ni para una ni para otra es conveniente una mentalidad de » g h e tto » o de clausura, que debe ser radicalmente superada. Cerró la solemne apertura del Congreso el Presidente de la República austríaca, Franz Joñas, quien recalcó la misión de la filosofía com o complemento de la formación del hombre en un mundo tecnificado. La filosofía, por lo mismo, no consiste en des­ preocuparse de lo real, sino en preocuparse de él. Un coloqu io de pensadores en los días de la Ciencia y de la Técnica debe tener por tema central al h om b r e , especialmente en la dimensión creadora de las fuerzas de su libertad. Desde esta dimensión humana se abren horizontes magníficos que a la filosofía toca aclarar. Por ello, pu­ diera ser decisiva en la historia humana la estancia de tantos pen­ sadores, reunidos aquí en Viena, para deliberar sobre estos hondos problemas humanos. A la apertura oficial siguió una conferencia del profesor de la universidad de Heidelberg, H. G. Gadamer, sobre el tema E l p od e r d e la razón. Gadamer proyectó su estudio en torno al binom io de conceptos poder-razón . Pese a los múltiples irracionalismos que han intentado mermar el poder de la razón, al poner en claro sus limi­ taciones y deficiencias, ésta triunfa siempre. Y ya no sólo en el campo de las ciencias puramente abstractas, com o la matemática y la lógica, sino también en las que tienen un máximo contacto con la vida, com o la Política. Fueron los griegos, los padres de la cultura occidental, quienes han creado la ciencia con el poder de la razón. Hoy toca también a la razón organizar la sociedad a base de los conocim ientos que nos vienen por la experiencia. A ella com ­ pete planificar las nuevas estructuras sociales en los diversos cam­ pos de la acción humana y preparar así las vías del futuro. Pero esta acción tiene sus riesgos. No es el menor el que puede provenir de la inmensa eficacia de los medios de comunicación social. Pudieran éstos trocar fácilmente nuestra vida espiritual en una especie de paideia sofística, a estilo de la vigente en el siglo v antes de Cristo en Atenas. También la planificación racional tiene sus escollos. Ya las palabras, tecnocracia y burocracia, invaden el léxico ordinario de nuestras reflexiones ante la amenaza que suponen para nuestra actuación libre una planificación que puede llegar a trans­ formarse en una presión material opresora.

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