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ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA 2 9 9 tivista del siglo pasado. La Filosofía será siempre algo más que una m era sín te sis de saberes positivos. Este ’’algo m á s” de la Filosofía respecto de la Ciencia no tuvo demasiado eco en el Congreso. La segunda parte del programa, guión de los coloqu ios y de las secciones de estudio, refleja las preocupaciones particulares en los diversos campos del saber filosófico. En torno a algunos hombres célebres se iban a polarizar estas preocupaciones. Fueron estos: Brentano, Bolzano, Husserl, Heidegger y Wittgenstein. Los tres primeros van ligados a la fenomenología, Heidegger al existencia- lismo y Wittgenstein al positivismo lógico, quien ha recogido y des­ arrollado el legado del círculo de Viena — "W ie n e r K r e i s " — . También se habrían de tener en cuenta los desarrollos más recientes de la lógica, no sólo en su aspecto meramente formalista, sino también en estas dos novísimas vertientes: lógica d eón tica y lógica del pen ­ sam ien to in tegra tivo. Dentro del campo de la filosofía de la ciencia, último tema del plan general, según vimos, debería ser ob je to de un estudio detenido la Filosofía de la Técnica y la Cibernética. El Programa concluía expresando su deseo de que se llegara a una síntesis armónica entre el un iversa lism o de los problemas y el e sp ec ia lism o de los diversos puntos de vista. Todo ello visto desde el esfuerzo creador del espíritu humano quien, a través de la filo ­ sofía, actúa de m odo decisivo en la vida social y política de los pueblos. La ingente mole de investigaciones y problemas quería ser un máximo esfuerzo para intentar resolver la gran cuestión de nuestro momento histórico: Qu é es el h om b r e y cuáles son los cam in o s d e la convivencia humana y de la paz. 2. Apertura en el tea tro d e la Opera de Viena. Dos presidencias tenía el Congreso: de honor y de organización. Las dos se hallaban presentes en la apertura del Congreso, en la Opera de Viena, repleta de un público ávido de sentir las preocupa­ ciones del pensamiento de hoy. En el proscenio del teatro se hallaba el Comité ejecutivo del Congreso. En los palcos presidenciales, las autoridades de Austria y de Viena que formaban el Comité de honor. Abre la sesión el presidente del Comité Ejecutivo, Leo Gabriel, quien, después del saludo ritual, subraya que el Congreso se ha puesto al servicio de la unidad y de la libertad humanas y que los coloqu ios de los diversos pensadores deben servir a una mutua apertura y comprensión. Sólo así la filosofía se pondrá al servicio del amor y del acercamiento de los pueblos. Entre los saludos dirigidos por los diversos miembros del Co

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