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2 9 8 EL XIV CONGRESO INTERNACIONAL DE FILOSOFIA le rodea y dentro de él realiza su historicidad. El espíritu, al aso­ marse a la realidad, la ve primariamente com o un hacerse en el que toma parte activísima con su libertad. De esta suerte el tema de la libertad debía ser estudiado en ínti­ ma conexión con la vida del espíritu. La actuación de la libertad humana, clave en la relación h om b r e -m u n d o , debe realizarse siempre con máxima responsabilidad. Esta responsabilidad debe sentirla el filósofo en primer término. Pero igualmente el hombre de ciencia y, en general, todo investigador preocupado por la vida del espíritu. Vinculado al tema de la libertad se halla el lenguaje, reacción primaria del hombre al abrirse al mundo en su intento de compren­ derlo e interpretarlo. Esta comprensión e interpretación va a la par con una peculiar dimensión lingüística que el pensamiento de hoy siente en dos vertientes muy distintas: el lenguaje com o h e rm en éu ­ tica de la realidad y el lenguaje en su íntima estructura fo rm a l y meramente sim bólica . Ambas vertientes entraron en el programa y en las preocupaciones del Congreso. Dentro de este programa general fue ob je to de peculiar atención el contraste entre F ilosofía e Ideolog ía . La Id eo log ía , que se mueve en el plano de lo meramente hipotético, debe ser frenada en su re­ petido intento de convertirse en interpretación válida de lo real. Esto es misión de la filosofía, saber que reflexiona sobre hechos y no sobre meras posibilidades. En una visión crítica de este problema reconocemos que es muy comprensible la antipatía contra las ideologías en ciertos ambientes intelectuales. Pero limitar la filosofía al análisis de los hechos es desvincularla de su misión perenne y acercarla a la concepción marxista de la filosofía com o praxis. Sin embargo, reconocemos que en todo caso la relación entre lo posible y lo históricamente real debe ser ob je to de máxima reflexión filosófica. El Congreso cerró sus reflexiones generales con la cuestión, in­ soslayable en el momento presente, de las relaciones en tre F ilosofía y Ciencia. La Ciencia, con sus conquistas gigantes, tiende cada vez más a una plena au ton om ía en el campo del saber. Y más de un pensador cree que esa autonomía es la senda recta de su m e jor destino. Otros piden a la Filosofía que libere a la Ciencia de ideolo­ gías falsas que históricamente han entorpecido sus avances y que construya con los datos de la misma la sín tesis del saber humano para llegar a una interpretación definitiva del mundo. Por nuestra parte, juzgamos que la primera postura de la Ciencia es un gran pecado que hemos expiado con catástrofes apocalípticas. La segun­ da postura, menos descaminada, rezuma, con todo, el espíritu posi-

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