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296 EL XIV CONGRESO INTERNACIONAL DE FILOSOFIA ellas lamentó el que se aceptara casi todo cuanto fue presentado. Ello motivó un crecimiento exorbitante de material que hubo de ser distribuido en multitud de secciones y subsecciones, con la inevitable distribución de los especialistas y con la imposibilidad de poder participar en varios temas, a veces muy semejantes. Pese a ello, se consideró un éxito muy señalado, nunca logrado hasta el presente, la asistencia de tan gran número de participantes, perte­ necientes a más de 65 países. Algo debe ocultar este saber, tan infravalorado en ciertos ambientes, para que motive aglomeraciones intelectuales de esta importancia. Parece sigue pesando el virgiliano aforismo: "m en s agitat m o lem ” . Y que sea esto verdad, lo vamos a ver muy pronto al referirnos a las pugnas doctrinales dentro del m ismo Congreso. Otra crítica, si cabe más seria, estuvo a punto de hacer naufragar nave tan cargada de mercancía. Un ataque reiterado le vino al Con­ greso de parte de los jóvenes marxistas. Pensaban era llegado el momento de lograr lo que un día K. Marx propusiera com o tema clave de la filosofía: no con tem p la r el m undo, sino tran sform arlo. Si, pues, la filosofía ha de ser el máximo instrumento de transfor­ mación, es imprescindible que se desentienda de disquisiciones más o menos teóricas y que baje al terreno de los hechos para entablar diálogo, a ras de suelo, con los problemas inquietantes de la trans­ formación actual del mundo. El Congreso parecía a los jóvenes pensadores, más una olimpíada que un en cu en tro . En el encuentro hay lucha de ideas, confrontación de tendencias. Y se buscan solu­ ciones. En la olimpíada se alinean campeones de mayor o menor relieve, para lucir sus valiosas cualidades. La lectura cansina de cuartillas, previamente preparadas, parecía tomar en ocasiones un aire de campeonato intelectual, pero sin los entusiasmos de los deportivos. Esto sacaba de qu icio a la juventud intelectual marxista que ha vinculado "p ra x is” y "th s o r ia ” . Más aún: que desprecia toda theoria sin vinculación directa con la praxis. La dirección del Congreso pudo ir bandeando este difícil tempo­ ral, alegando reiteradamente que un Congreso de Filosofía no puede confundirse con una reunión de políticos en torno a una mesa de negociaciones. Y que si la filosofía debe interesarse por todo pro­ blema humano, la ejecución práctica de las ideas incumbe a la política. Política y filosofía, aunque en perenne interacción, trabajan en planos distintos. Como d ijo el Canciller de Austria, Dr. Klaus, a la filosofía toca proponer posibilidades; y a la política, seleccio­ nar entre ellas las que sean factibles. Aunque esta solución no aquietó a la gran masa de pensadores

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