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3 1 2 EL XIV CONGRESO INTERNACIONAL DE FILOSOFIA de que adoleció el Congreso, se hizo sentir aquí también. Por lo que toca al ambiente de las mismas hay que reconocer una vez más que el marxismo se presentó com o dueño del campo. Pues la mayor parte de los pensadores mostraron sus preferencias hacia una visión mar- xista de la cultura y de la historia. Hubo, con todo, intervenciones ponderadas de signo contrario. C. Valverde, profesor de Comillas, presentó un estudio sobre el a scen so de la conciencia com o sentido de la historia. Por mi parte, en la sección de F ilo so fía d e la Cultura pude leer un estudio sobre el e jem p la r ism o y la cultura en sus re­ laciones mutuas según la visión de la historia de San Agustín. In­ tenté poner en claro la necesidad de fundamentar las realizaciones temporales de la cultura en los ideales eternos que, com o ejempla­ res constantemente válidos, deben iluminar a la humanidad. Muy en esta línea agustiniana, F. J. von R in te len , gran filósofo de la cultura y gran pensador cristiano, recordó estas palabras de Eins- tein: « N u estra época es una época con to d o s los m ed io s, p e r o que ha perd id o el sen tid o de lo s fin es». Al final de estas notas tenemos que confesar que ni com o espa ­ ñ o les ni com o pen sad o res cristianos nos sentimos satisfechos de este Congreso. Se ha escrito que la intervención española en el mis­ mo fue m od esta , pero seria. Aceptamos ambos epítetos al mismo tiempo que lamentamos el que las máximas figuras internacionales de nuestro pensamiento se hallaran ausentes. Se han dado diversos motivos para justificar tal ausencia. Algunos de ellos, muy razona- oles. Pero es hora de convencerse de que la vida es una «quiniela.. en muchas ocasiones carente de lógica. Hay, por lo mismo, que afrontarla com o venga y no com o quisiéramos que debiera venir. Así hicieron los pensadores rusos, prontos a dar la batalla ideoló­ gica en cualquier campo. De ellos pudiéramos aprender algo de tác­ tica maniobrera. Casi lo mismo hay que decir sobre los pensadores cristianos. La ausencia se hace aquí más incomprensible. En un gran diario se escribió en España que en el Congreso de Viena el pensamiento cristiano se enfrentaba con el pensamiento de la hora presente. Lamentamos que se trate de palabras, nada más que de palabras. Y lo peor es que estas palabras pueden hacer el o ficio de estupe­ facientes para nuestra conciencia cristiana. Con más certera visión se ha escrito que el tom ism o apenas estuvo presente. (Cf. A. Korinek, en G regorianum 50, 1969, p. 148). Por tom ismo ha de entenderse en esta ocasión el pensamiento cristiano. Es cierto que hubo algunas secciones, com o la agustiniana, la rosminiana, etc., que en sesiones muy particulares suscitaron innegable interés. Pero sin repercusión en la conciencia general de los congresistas.

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