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3 0 6 EL XIV CONGRESO INTERNACIONAL DE FILOSOFIA capacidad de dar expansión a todas las tendencias. Especialmente, las motivadas por el impulso erótico del que ha de venir a la huma­ nidad la máxima dicha y la plenitud de bienestar. Por su actuación entre bastidores dejamos de manos estas dos últimas interpretaciones del marxismo. Basta haberlas mentado. Pero nos detenemos muy reflexivamente en las dos primeras. a) In terp reta ción marxista-leninista. Esta postura quedó bien patente en la sesión concedida a la prensa. En ella Konstantinow Fjodor, una de las grandes figuras del pensamiento ruso actual, afirmó en plan de reto que la URSS no había entrado en Checoslovaquia por defender principios mar- xistas, distintos de los de occidente. Según él, en el marxismo no cabe más que una única interpretación: la ortodoxa de la línea Marx- Lenin. Los tanques en Praga no revelan una peculiar interpretación del marxismo. Están allí tan sólo para asegurar la paz en el centro de Europa. A este reto le respondió E. B loch con estas palabras: «Ningún hombre que tenga cinco sentidos aceptará que la URSS llevó sus tanques a Praga para defender la paz». Según estas declaraciones, los pensadores rusos admiten tan sólo una interpretación del marxismo m onolítica , cerrada, unilineal. Y esta interpretación sigue la recta trazada por las dos cumbres del pensamiento marxista: Marx y Lenin. (Hasta hace años, com o se sabe, eran tres con Stalin, antes de su anatema). El m ejor intérprete de línea nos pareció Th. Oissermann, de la universidad de Moscú. En su ponencia, ya publicada, H eg el, M arx und die G eg enwart, lamenta, ante todo, las tergiversaciones que se han dado del comunismo, al que muchos caricaturizan com o si ya hubiera alcanzado la m eta d e la h istoria. Al contrario, el comunis­ mo soviético declara que no se halla al fin de la historia, sino que es el princip io d e la verdadera historia d e la human idad. Hasta ahora, la historia humana ha sido la triste historia de la opresión de clases. Ahora, con el comunismo soviético, ha comenzado a albo­ rear el día claro de la libertades humanas para todos. Hegel, seguía razonando el profesor ruso, vio bien que todo lo real es racional. Pero este optim ismo intelectual le llevó al terrible pesimismo de aceptar el «sta tu q u o » de lo establecido. De esta suerte vino a ser el paladín de toda reacción. Marx lo rectifica y lo com ­ pleta. Las fuerzas de producción son el factor decisivo de la histo­ ria. Su despliegue viene a ser el vínculo racional que liga entre sí los diversos movimientos históricos. Pero juntamente con este hecho

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