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ENRIQUERIVERADEVENTOSA 3 0 5 podía ya hablar de la « m iseria del C on g r e so de V iena », saturado de m onólogos estériles en vez de discusiones iluminadoras sobre los problemas de hoy. Entre ellos comenzó a correr una especie de «slogan » en torno al Congreso, al que motejaban de «olim p íada de p en sa d o r e s». Como si se tratara, no de transformar el mundo — lema de todo marxismo— sino de lucir magistralmente la alta calidad in­ telectual de los concursantes en la olimpíada del p en sam ien to. Estas tres causas, reforzadas mutuamente, ocasionaron un cam­ b io innegable en la marcha del Congreso. Las circunstancias y las presiones motivaron que lo que no se hallaba en programa o estaba com o un tema más entre otros muchos se trocara en el problema clave del Congreso. Una de las máximas presiones vino de la prensa de la calle. La prensa periodística, en Viena com o en todos los sitios, se nutre de lo llamativo y anecdótico. Y se halla lejos de lo hondo y sustantivo. Ni la filosofía del lenguaje, de la ciencia, de la cultura o de la historia interesan al hombre de la calle. Este, sin embargo, siente avidez de saber qué piensan los intelectuales de sucesos tan apasionantes com o la invasión de Checoslovaquia. De aquí que la lucha ideológica entre el so c ia lism o human ista de los pensadores checos y el m a rx ism o so v ié tic o suscitara el más vivo interés. Este, a su vez, era alimentado por las informaciones de los medios de c o ­ municación, especialmente por la prensa diaria. 4. In terp reta c ion es del m a rx ism o. De las peripecias intelectuales, registradas en el apartado ante­ rior, subrayamos de nuevo la cuestión de fondo: c óm o in terpretar a M a rx y al m a rx ism o. Esta cuestión de fondo no puede orillarse en una información seria sobre el Congreso. Por este motivo nos detenemos en ella. Ahora bien; de las diversas interpretaciones que actualmente se dan del marxismo dos se hallaron presentes y en lucha. Pero otras dos, aunque ausentes, hicieron sentir su in flu jo com o ob jeción en alguna de las sesiones y com o comentario en los círculos menores y en los coloqu ios estudiantiles y de prensa. Las dos primeras fueron mantenidas respectivamente por el mar- xismo-leninismo de los pensadores soviéticos y por el socialismo humanista de los pensadores occidentales. Las otras dos, no repre­ sentadas en el Congreso, se vinculaban a los nombres de Mao y Marcuse. El je fe chino significa para muchos jóvenes el marxismo a la orden del día, en acción y sin comprom isos. Y ven otros en el socialismo de Marcuse la lucha contra todo poder represivo, la 01

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