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280 EL MUNDO EPISTOLAR DE EDITH STEIN para mí el del verano y el de la paz. El verano ha de llegar, no cabe duda, pues las leyes naturales siguen en pie, y aquél vendrá. Pero ¿vendrá la pa z ...?» (BA 39). La paz estalló, sí, mas con su corte jo de desilusiones. La derrota nacional inculcó en muchos alemanes el virus de un pesimismo general y del suicidio. Este peligro se cernía incluso sobre algunos m iembros de la familia Stein, tan patriotas com o Edith. Ella supo encajar el hundimiento alemán con dolor, pero sin desconcierto. No así sus hermanas predilectas, Erna, la «gemela dispar», y Rosa, la futura gemela de martirio. En los acontecimientos del día lee Edith ya los buenos gérmenes del porvenir inminente, e incluso divi­ sa los signos del alborear de un nuevo espíritu. Quisiera contagiar a los suyos lo que a ella «tras cada nuevo golpe, le inyecta fuerzas de refresco. Por mi parte, puedo asegurar que, después de todo lo pasado el año último, yo reafirmo la vida más enérgicamente que nunca. Atravesamos, sin duda alguna, un momento crucial de la evolución del espíritu humano: no hay, pues, que lamentarse, si la duración de la crisis parece rebasar la medida del individuo. Todo lo que hoy es tan horrible, y que tampoco yo deseo paliar, es el espíritu que hay que superar. El nuevo espíritu está ya aquí y se abrirá paso con seguridad. Lo vemos perfectamente en la filosofía y en los inicios de un arte nuevo, el expresionismo: tan claramente com o en esas manifestaciones se han visto vencidos el materialismo y el naturalismo, se verán superados en todas las restantes esferas de la vida, aunque lenta y penosamente... Sólo querría infundirte fe en que la evolución, cuyo curso nos es dado prever sólo dentro de límites muy reducidos y codeterminar en más exiguos todavía, ha de ser, en último análisis, para bien» (6.7.18- BA 41-42; WB 9) 3. Desde el 6 de ju lio de 1918 al 12 de octubre de 1927 advertimos un vacío irreparable en su correspondencia; según los recopilado­ 3. Puede verse el texto más completo de esta carta en Sr. Teresia a Matre Dei, E dith S tein, a u f d er S u ch e nach G ott (Kevelaer: Butzon & Bercker 19652). Está próxima su publicación en español, por la Ed. «El Verbo Divino». En la citada carta habla Edith de un artículo de W. Rathenau, que envía adjunto a su hermana «para que veas que otros vislumbran las mismas perspectivas postbélicas que yo». Efectivamente, entre ellos, el propio O. Spengler, deudor inesperado del monstruoso éxito de La decad encia de O ccid en te a un error de perspectiva en el público, que veía en el hundimiento político de la Alemania imperial el fin de Europa. Contra esa errónea interpretación se pronunció inmediatamente Spengler en su opúsculo ¿P esim ism o?, protestando que no debe confundirse el hundimiento de una cultura con el de un barco de vapor... El fracaso abría nuevos horizontes, entre ellos, el de una época menos sentimental y apegada a tradiciones caducas. Cf. la reciente obra de A. M. Koktanek, O swald S pen gler in sein er Z eit (München: C. H. Beck 1968).

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