PS_NyG_1969v016n002p0273_0293

2 7 6 EL MUNDO EPISTOLAR DE EDITH STEIN quedado (que sepamos) sino este tardío y sentido recuerdo: «Una vez más me duele en el alma haber hecho tan p o co por mi padre. Murió en mi segundo año de vida; no tengo propiamente memoria alguna de él, por más que mi madre hizo siempre por despertala» 2. La temprana orfandad de padre y el ser la más pequeña compenetraron entrañablemente a madre e hija. La señora Augusta Stein, de patroním ico Courant, era un carácter doméstico de cuño bíblico. La solidez de su piedad, basada en el culto de la sinagoga y en la lectura del Antiguo Testamento, dio singular importancia a la coincidencia del nacimiento de la menor con la máxima fiesta judía, la de la Reconciliación : «Y o creo que eso contribuyó más que nada al afecto que profesaba a su benjam ina», escribirá ésta. Edith era para ella su pequeño claro sol, y la madre para Edith fuente y símbolo de todo lo vivo y cálido en el hogar. En cuanto a sus hermanas, con ninguna se entendía tan bien en la niñez com o con la que le precedía en edad, Erna. Aunque vivían com o gemelas, distaban interior y exteriormente de serlo y pare- cerlo, o eran, a lo más, «gemelas muy desiguales». «Decían las her­ manas mayores que Erna era trasparente com o agua clara; a mí, en cambio, me comparaban a un libro con siete se llos...» (LJF 33). Efectivamente, pronto dio indicios de tener un alma profunda y una precocidad inusitada, propia quizá de un niño prod igio cuya interioridad irrumpiera tempranamente: «Había en mi interior un mundo ocu lto ..., en el que era sometido a transformación lo que veía u o ía ...» (ib. 43). Aun no contaba siete años, y ya estaba bien lejos de ella el típico embebimiento o enajenación del niño en las cosas de fuera. Mucho antes del uso oficial de la razón se imponía su interioridad al mundo externo y lo intentaba modelar o, al me­ nos, se ponía en guardia con aduana rigurosa frente a las impre­ siones avasalladoras del ambiente. El reverso de esas dotes fue un pronto sentimiento de soledad y carencia de verdadera intimidad con otras personas, no excluida su madre: Desde edad muy tempra­ na vivió una vida extraña, doble, «pasando para el observador por cambios incomprensibles y súbitos» (ib. 42). El sufrimiento moral 2. Las siglas remiten a las siguientes colecciones de cartas publicadas: BA a: Edith Stein, B riefa u slese 1917-1942, m it ein em D okum en ten a n h a n g zu ih rem T ode. Herausgegeben vom Karmelitinnenkloster Köln (Freiburg: Herder Verlag 1967). BH a: Edith Stein, B riefe an H edw ig C onrad-M artius. Herausgegeben von H. Conrad- Martius (München: Kösel Verlag 1960). Hay traducción española: Edith Stein, Cartas a H edw ig C onrad-M artius (Estela: Editorial Verbo Divino 1963). WB a: Edith Stein, W orte und B riefe (München: Verlag Ars Sacra 1965). Zusammenstellung der Texte: Sr. Teresia a Matre Dei.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz