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GERMAN ZAMORA 2 8 9 que tienen que realizar una labor de pioneras tan pesada» (7.5.37- BA 98-99). Esas líneas revelan previsión y aceptación de su propio sino pocos años más tarde. Entre los oficios que ha desempeñar frecuentemente en su con ­ vento se cuentan los de enfermera y tornera. En sus cartas se per­ fila con el rasgo exacto el carácter de sus pacientes e, indirecta­ mente, la propia abnegación. «La Hna. Clara, mi enferma, hace actualmente ejercicios. Es una vieja encina, de increíble resistencia. Cualquier víctima que exija de la estricta observancia la enferme­ dad, requiere una grande lucha». Como tornera ha de ser el enlace movido entre la clausura y el mundo circundante. «Vd. puede ima­ ginarse que para ello se precisa un aparato locom otor en perfecto estado de rendimiento» — velada alusión al accidente sufrido hacia finales del 36, cuando cayó escaleras abajo y se rom p ió la mano y el pie izquierdos— (13.1.37 - BH 48). Rosa celebra en Breslau sus segundas navidades cristianas. La gratitud de neófita puede todavía tanto que disipa la hostilidad del ambiente. «El Salvador no dejará de otorgarle nuevos dones». No menos le inquieta la suerte de sus otros familiares: todos, padres e h ijos, se encuentran en grave aprieto. «Debo pedir para ellos una patria sobre la tierra, además de la patria eterna» (12.8.38 - BA 107). Querían permanecer en Alemania lo más largamente posible, rete­ niendo a su lado a los h ijos. «Pero ya están viendo que no se puede más». Se citan com o posibles destinos Inglaterra, Estados Unidos, Argentina... Erna y su marido piensan mandar juntos a sus dos hijos, Suse (16 años) y Ernst Ludwig (17), a Inglaterra: si han de separarse de sus padres, que no se separen al menos entre sí; provisionalmente, han dejado la escuela y comenzado a aprender un oficio. De los ya emigrados no llegan siempre noticias muy risueñas; por ejemplo, que su sobrino mayor Wolfgang (26 años), residente desde algunos años en Estados Unidos, tendrá que emigrar de nuevo, con muchos otros camaradas, a la Argentina (20.10.38- BA 108). El 14 de octubre la visita por primera vez desde la entrada en el carmelo su hermano Arno: es una visita de despedida, «quizá para siempre». La desbandada se precipita. Arno apenas tiene tiem­ po para ir a reunirse en América con su esposa y dos de sus hijos (ib .); Erna y los suyos los seguirán rápidamente; la hermana y el cuñado de Hamburgo se aprestan a partir hacia Colombia junto a su h ijo, mientras despachan a una hija hacia Noruega... Y «si la despedida... es muy penosa, más lo es aún el quedarse». «La situación más difícil es la de mis hermanas de Breslau» (Frieda y 9

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