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P E L A Y O D E Z A M A Y O N 2 2 3 tierras fértiles sin necesidad de echar mano de éstos y parecidos recursos. El régimen de lluvias insuficiente o inoportuno es otro factor natural de esterilidad del terreno. Piénsese, por ejemplo, en la Pampa argentina y su enorme potencial para producir trigo: cuan­ do llueve a tiempo, produce oro; cuando falta la lluvia, da poco más que un desierto. Como la Pampa, se dan numerosos ejemplos, aunque de extensión más reducida, en todos los continentes. 2 ° C a u s a s c u ltu r a le s : Ignorancia: sub-desarrollo: retraso en las formas e instrumentos de cultivo. «Quizá todo sea cuestión de cultura», dijo un político español décimonónico, para explicar el «atraso» del pueblo español e in­ dicar la vía del remedio. No diremos que «todo» provenga de la falta de cultura o que dicha falta sea la causa única; si no es causa única, muy principal sí lo es; si no todo se debe a ella, en buena parte sí le es debido: ya quedó notado arriba en qué sentido la ignorancia es causa del hambre; y ésta de aquélla. Afirma un proverbio del Extremo Oriente: «Si haces planes para un año, planta arroz. Si haces planes para diez años, planta árbo­ les. Si haces planes para un siglo, instruye al pueblo». Tiene razón, porque el verdadero problema del sub-desarrollo y sub-alimenta- ción es la ingente masa de iletrados. En los países pobres hallamos una ineptitud para realizar las condiciones mismas del progreso, ya que para poner en marcha un plan de desarrollo se exigen cier­ tos conocimientos básicos. La prosperidad descansa sobre un patrimonio cultural antiguo. La base intelectual greco - romana ha hecho surgir los genios cien­ tíficos de los siglos posteriores; la instrucción no permaneció como patrimonio exclusivo de cierta clase de privilegiados, sino que trans­ cendió — aunque con excesiva lentitud— a la masa, y se hizo posible el progreso en todos los órdenes. La bajísima instrucción que poseen la mayoría de los países sub-desarrollados es un obstáculo más serio para el desarrollo in­ dustrial que el estado de analfabetismo de los países europeos al comienzo del período de su industrialización, a pesar de tener téc­ nicas más sencillas que las actuales. Por otra parte, los pueblos hambrientos actualmente no nece­ sitan inventar los medios para remediar su hambre; basta que copien e imiten los inventos que los occidentales han realizado ya hasta ahora. Pero resulta muy difícil el tránsito repentino desde la choza hasta el rascacielos; desde la canoa hasta el trasatlántico;

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