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2 4 8 E L H A M B R E E N E L M U N D O D E N U E S T R O S D IA S en aspectos bien delicados. Un ejemplo bien significativo es lo que está aconteciendo en el Brasil desde hace tres años a esta parte, a saber: Presbiterianos norteamericanos, en colaboración con la In trau ­ terin e C on tra cep tiv e D ev ice S tudy, «atienden al planeamiento de la familia brasileña», es decir, están esterilizando a millares y milla­ res de mujeres; para la cual campaña se sirven de los millones de dólares de la Alianza para el p ro g reso . Y todo esto en una región despoblada, en un país de bajísimo índice de población, cual es el Brasil, con población todavía irrisoria, colocada entre las de menor densidad del mundo, en relación con la extensión casi con­ tinental de su territorio (8 millones y medio de kilómetros cuadra­ dos. Población: 87 millones y medio de habitantes. Densidad: 10 habitantes por kilómetro cuadrado). La Amazonia está casi despoblada, pero es muy rica, según el informe de varios técnicos americanos del Bureau o f Land Recla­ mation. Y se da el caso de que «ciudadanos americanos ya com ­ praron en la Amazonia (sin conocimiento oficial del gobierno bra­ sileño) un millón de kilómetros cuadrados (una octava parte de la superficie del Brasil, algo así como 30 Holandas juntas) Pues bien, en esa nación (Brasil) y para esterilizar a esa pobla­ ción, están gastando millones de dólares el W o rld Church S erv ice, la In terna tiona l Planed Pa ren thood F edera tion , y hasta la AID («Agency for International Development»), órgano del gobierno de los Estados Unidos. Nada tiene de extraño que, dadas esas circuns­ tancias: gran extensión territorial, escasa densidad de población, esterilización masiva y propiedad territorial de más de un millón de kilómetros cuadrados por ciudadanos yankies en la Amazonia, «los militares brasileños sospechan — y no sin razón— que el in­ sidioso programa de "esterilización masiva” comprometa las po­ sibilidades de ocupar la Amazonia, a medio o a largo plazo, por el elemento humano nacional, y entonces se encuentre argumento en el exterior para el codiciado deseo de exigir la internacionali- zación del área, alegando que está despoblada» 19. Las citas en este sentido podrían acumularse fácilmente, por­ que se han multiplicado las quejas y denuncias, sobre todo en este último año, como queda referido. Pero aun sin ellas, queda patente la conclusión final más arriba consignada. Y las directrices de 18. I sidoro C uervo (Sao Paulo, l-X-67), Brasil, genocidio americano. En Nuestro Tiempo, Pamplona, n. 161 (noviembre, 1967), pp. 461-467, p. 464. 19. I dem , Ibidem, p. 462.

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