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PE LAYO DE ZAMAYON 2 4 1 Quizá pueda objetarse que semejante revelación no es factible ni siquiera imaginable, pues tales secretos son para los Estados mayores algo sagrado, o mejor, tabú. También dirán muchos que tales artefactos termo-nucleares — inhumanos y mortíferos— ojalá nunca se hubiesen fabricado: y acaso tengan razón. Pero saliendo de ese campo bélico y viniendo al sector humanitario de las aplica ciones científicas en beneficio del género humano y comenzando por la solución de este problema del hambre, ¿ por qué no cooperar todos los sabios y todas las naciones en tan humana, benéfica, lau dable y cristiana realización? ¿Por qué conservar secretos acerca de los conocimientos útiles en tan beneficiosa tarea? ¿N o saldría ga nando el género humano entero con esa cooperación? Tal vez no esté demás exponer estas ideas más difusamente: La necesidad de la cooperación en la investigación científica es obvia para todo el mundo. En primer lugar por los elevados costes de sus experimentos. Grandes y metódicos científicos trabajan febril mente durante años y años para descubrir nuevos métodos o ade lantar la ciencia de la alimentación («bromatología»). Esto supone grandes desembolsos, que no están al alcance de cualquier gobier no; mientras que no resultaría tan oneroso, si todos unidos cola borasen en dichas investigaciones, mediante una aportación a tenor de sus posibilidades. El montaje de los laboratorios y aparatos necesarios para la investigación científica exige también mucho dinero, del que no disponen un 90 por ciento de los países del mundo. Puesto que tratamos de algo que beneficiaría a todos, estarían bien unos pro yectos comunes en este campo. Resulta paradójico que cada na ción, con plena independencia de las demás, investigue en secreto y no ponga sus descubrimientos al servicio de los demás. C oop era ción en la enseñanza. Por dos veces se ha tratado ya de esto. Aquí añadiremos sola mente: La instrucción hay que situarla dentro del marco general de las necesidades y posibilidades de cada país, dentro de un desa rrollo global del pueblo: instrucción es transformación. A los pueblos necesitados débeseles enseñar el método (o los métodos) de producir más y mejor, de preparar obreros cualificados, democratizar la técnica para que no sea monopolio de un puñado de hombres. Para estas realizaciones han menester gente preparada de la que no disponen. El remedio en este sentido vendría dado por una colaboración internacional que comenzase el progreso social 6
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