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PE LAYO DE ZAM AYON 2 3 7 cualificados, adm inistrativos... para un avance cultural básico del pueblo. Como no les es posible ahora, ni les será en un próximo futuro cubrir todo este ingente volumen de realizaciones nece­ sarias para su desarrollo, se les hace imprescindible una ayuda económica, ya sea en dinero propiamente dicho, ya en especie — maquinaria y material— . Estos tipos de ayuda podrían llevarse a cabo bajo la fórmula económica o comercial de préstamos a largo plazo y bajo interés o de donaciones totalmente gratuitas. Pero (y aquí está lo gravísimo) en muchas ocasiones está suce­ diendo lo contrario: se fijan intereses muy altos y unos plazos de amortización cortos, originando así condiciones excesivamente gravosas para los menos fuertes. De este modo se explica la deuda pública que tienen muchos de ellos. Los países subdesarrollados van aumentando su deuda exterior. Los nuevos créditos comportan nuevas cuotas de amortización. Crecen sus pagos por los intereses y los dividendos de las inversio­ nes extranjeras. La deuda exterior de los países subdesarrollados sube hoy a la cifra colosal de 44.000 millones de dólares. Para amor­ tizar y transferir al exterior los beneficios de los inversionistas extranjeros se destinan anualmente cerca de una tercera parte de los ingresos que estos países obtienen del comercio exterior. Además los intereses bastardos de los países prestamistas echan a perder casi toda la utilidad de las cantidades prestadas, pues les imponen la condición de que esos recursos financieros se dedi­ quen a adquirir productos del país prestamista; con lo cual vienen a quedar en su casa los beneficios de las operaciones. Los países subdesarrollados deben soportar asimismo la con­ tinua evasión de capitales al extranjero; normalmente hacia países ricos, donde creen hallar mayores garantías de seguridad para su dinero. Además, en las naciones subdesarrolladas la pérdida de su poder de adquisición se aproxima a la mitad de la ayuda financiera que del extranjero reciben. El déficit en la balanza comercial de los países en vías de desarrollo alcanzó en 1966 la cifra de 6, 7 mil millones de dólares; el valor de sus exportaciones desciende del 27 por ciento del valor de las exportaciones de 1953 al 19 por ciento en 1966. Todo lo cual nos da a entender el progresivo hundimiento de unos países que están clamando por un desarrollo que les permita llevar una vida digna; pero que les es muy difícil de conseguir por la tupida telaraña, que les han puesto encima otros países sin escrúpulos.

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