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216 EL HAMBRE EN EL MUNDO DE NUESTROS DIAS hasta llegar al testimonio impresionante de la Asamblea Epis­ copal de Medellín en su M e n s a je d e la J e r a r q u ía E c le s iá s tic a d e los p a ís e s ib e ro -a m e ric a n o s , en el que atestiguan: «Se conjugan en América el hambre y la miseria, las enferme­ dades de tipo masivo, la mortalidad infantil, el analfabetismo y la marginalidad, las profundas desigualdades en los ingresos y las tensiones entre las clases sociales: los brotes de violencia y la escasa participación del pueblo en la gestión del bien común. Diariamente llega hasta nosotros el grito de angustia y no pocas veces de desesperación. Sus ecos han sido recogidos por el Santo Padre en sus discursos y gestos de Bogotá» (Día 6 -IX- 68 ). Los testimonios del Papa, aquí aludidos, son, entre otros varios, los siguientes: «...Una situación de crisis profunda, verdaderamente histórica, que encierra tantos excesivos aspectos de preocupación angustiosa» (Día 23, en el Templete eucarístico). A continuación invitaba a procurar el «desarrollo técnico y el cultivo racional de tantas riquezas como el Señor puso en vuestro suelo». Posteriormente, en su discurso a los campesinos, declaraba y exhortaba (ese mismo día): «Sabemos que el desarrollo económico y social ha sido desigual en el gran continente de América latina, y que mientras ha favore­ cido a quienes lo promovieron en un principio, ha descuidado la masa de las poblaciones nativas, casi siempre abandonadas en un innoble nivel de vida y a veces tratadas y explotadas duramente». «Os exhortamos a no poner vuestra confianza en la violencia ni en la revolución. Tal actitud es contraria al espíritu cristiano y puede también retardar y no favorecer la elevación social...». * * * En presencia de estas afirmaciones, corroboradas por miles más de otras partes del globo, hay que reconocer que el hecho de tanta miseria es innegable, impresionante, casi aterrador, v. g., el caso Biafra. Por su parte, la FAO y la UNESCO nos suministran de cuando en cuando datos estadísticos bastante ciertos acerca de lo mismo. Ya anteriormente el Concilio Ecuménico Vaticano II había ex­ puesto y ponderado este hecho — o cúmulo de hechos— y los había encuadrado dentro de la marcha general o evolución del progreso del género humano.

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