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P E L A Y O D E 7.AM A Y O N 2 2 5 Desde el siglo i de nuestra era hasta el siglo xix la producción de trigo por hectárea se estacionó en unos 7 Qms. Ya en 1850 se obtenían alrededor de 10 Qms.; en 1900 se consiguieron de 13 a 20; hoy en algunas circunstancias excepcionales se han llegado a ob tener hasta 40 Qms. Y la ciencia química orgánica y la técnica todavía no han dicho su última palabra. En los EE. UU. cada agricultor podía alimentar en 1900 a sí mismo y a diez personas más; hoy en día puede alimentar a 20; y según los cálculos hechos por Time, en 1975 podría dar de co mer a 42 6. También en EE. UU. hace 100 años una vaca lechera daba unos 600 litros anuales; actualmente llega a los 2.000 y 3.000 litros. Ho landa, país que siempre se distinguió por su abolengo ganadero, obtiene unos 4.000 litros por cabeza al año. No parece exagerado afirmar que los métodos modernos agrí colas - ganaderos hacen rendir doble o triple de lo normal, mejor, de lo que ha sido normal hasta hace unos decenios. Algo de eso aconteció con los trigos italianos, introducidos en Yugoslavia; la producción aumentó un 30% en pocos años. El arroz egipcio me joró un 80% introduciendo una nueva variedad de semillas. Para conseguir todo esto, se impone la selección de semillas, un empleo de abonos y fertilizantes adaptados y unos métodos agra rios modernos, tanto para los países ricos que ya los emplean, como para los no desarrollados que todavía los desconocen. En 1957 la F.A.O. organizó la «campaña mundial de las semillas». Los rendimientos no tardaron en aflorar en Yugoslavia, Irán y demás países que secundaron los esfuerzos y siguieron las direc trices de dicha organización. 4.° C a u s a s s o c ia le s o tr a d ic io n a le s : La rutina en cuanto a los métodos de cultivo; el recelo nutrido por buen número de agricul tores durante varios lustros (y casi siglos) contra todo cuanto sig nificase cambio en sus procedimientos tradicionales (maquinaria agrícola, semillas más selectas, abonos químicos, plantas distintas de las cultivadas anteriormente por muchas generaciones, etc.) ha sido una rémora para el progreso en este sector de la economía; y consecuentemente para la productividad de la tierra; tanto en lo concerniente a la agricultura como en lo referente a la ganadería. 6 . C fr . F arine , F., Un inundo para lodos los hombres, M a d r id , 1966, p . 54.
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