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224 E L H A M B R E E N E L M U N D O D E N U E S T R O S D IA S desde el taparrabos hasta la televisión, etc., etc. El tiempo se venga de lo que se hace sin contar con él. Pero por encima de todos los pesimismos hay que reconocer que la ciencia aplicada a la explotación racional y mecanizada de las posibilidades productivas de la tierra y del mar puede corregir en buena parte estas causas y remediar los males que dimanan de ellas; como veremos en la última parte de este estudio. 3." C au s a s e c o n óm ic a s : Latifundios: minifundios: escasa pro­ ducción. Porque es evidente la existencia y amplitud de estas dos «pla­ gas» de la economía agrícola; porque ya han sido lamentadas y execradas en todos los tonos posibles como verdaderas calamida­ des; porque, además, ya las legislaciones de casi todos los pueblos han dictado normas para acabar con ellas..., opino que insistir acerca de este punto equivaldría a llevar agua al río, a dar una demostración de aquello de que nadie duda. Ojalá que pronto la abolición del latifundio no cultivado y la concentración parcelaria, inteligentemente realizada, remedien cuanto antes estos males y borren esta lacra económica de la tierra. La escasa producción es otra causa de la escasez de alimentos, del hambre. Existen regiones en Asia (cuencas del Ganges y del Brahamaputra) en que se podrían recoger dos y hasta tres cose­ chas al año, en lugar de una sola, con una mejora del regadío. Lo mismo acontece en muchas otras partes. También es cierto que la tierra puede sufrir un agotamiento, si no se la cuida debidamente. La erosión es el gran enemigo de la tierra; también ciertos métodos llamados de agricultura «mi­ nera»: emplear fuego para roturar, pastoreo sin límites, singular­ mente de las cabras, «fabricadoras de desiertos», destrucción de bosques, etc. Es necesaria cierta protección a la tierra por medio de terrazas, fijación de dunas y arenas, tablado de tierras, pro­ tección contra el viento y plantación de árboles que mejoren el clima. Pero lo que mejor demuestra lo que vamos diciendo es la prue­ ba en contra, es decir, los recursos de la ciencia y de la técnica, inteligentemente aplicados, aumentan la producción agrícola y ga­ nadera hasta multiplicar sus rendimientos. Oportuno parece aducir unos cuantos datos como ejemplos, aunque tal vez esto sea anti­ cipar lo que debería decirse más adelante, cuando se expongan los remedios para corregir o eliminar el hambre del mundo.

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