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S A N T O S G O N Z A L E Z D E C A R R E A 169 mana se convierte en algo determinado, forzado y actuado desde fuera. Junto a este mundo mítico de la apocalíptica y tradición judías, hay otro factor importante y decisivo en la formación y conceptua- lización del mensaje cristológico neotestamentario: la gnosis, par­ ticularmente el llamado m ito g n ó stic o del red en to r 2Ó. Con respecto a la presentación del misterio de Cristo, la postura de Bultmann es clara: «No se puede discutir el hecho — dice— de que el NT. prsente el acontecimiento de Cristo com o un aconteci­ miento m ítico» 27. «Jesús había anunciado el reino de Dios com o algo inminente. Pero pronto surgió en la primitiva comunidad la conv icción de que la misma venida de Jesús era el acontecimiento decisivo, con el que había dado inicio el cambio de los eon es. Cuan­ do el tiempo se cumplió, Dios envió a su H ijo (Gl 4, 4). De esta forma se comprend ió mitológicamente la figura de Jesús. Primero, se le asignó un papel en el drama escatológico del futuro: com o Mesías, com o h ijo del hombre es una figura mitológica. La cristo- logia procede de la apocalíptica. No se tarda en sacar las conse­ cuencias, y se le atribuye un significado cósm ico universal: es el ser divino preexistente, que ha colaborado ya en la creación, y a quien está sometido el mundo de los espíritus celestes (1 Co 8, 6; Cl 1, 16 ss.; 2, 9 ss.; E f 1, 20 ss.; Jn 1, 1 ss.; Herm sim. V, IX ; 2 Clem 14). En todo esto influyeron las especulaciones orientales sobre los personajes cósm icos. La consecuencia es que el mismo destino terreno de Jesús es interpretado m itológicamente» 2S. Según Bultmann, fue la comunidad palestinense la que repre­ sentó a Jesús com o Mesías e h ijo del hombre, cuya venida gloriosa se esperaba com o algo cercano y definitivo. En las comunidades helenísticas fue donde se comenzó a designar a Jesús, a Cristo — ape­ lativo que se convierte en ellas en nombre propio: Jesucristo— com o señ o r, k yrio s, ob jeto de veneración en el culto, cuya presencia viva y activa experimentaba la comunidad 29. El título h ijo de D ios, que se origina en la comunidad palestinense con el sentido de rey mesiánico, adquiere en el ambiente helenístico un nuevo sentido, comprensible para los cristianos procedentes del paganismo: desig­ 26. Sobre la gnosis y su influencia en la teología del NT, véase R. Bultmann, Das Urchristentum im Rahmen der antiken Religionen, pp. 152-162. Una exposición crítica del m ito gnóstico se encuentra en C. Colpe, Die Religionsgeschichtliche Schule. Darstellung und Kritik ihres Bildes vom gnostischen Erlösermythos, 1961. 27. Kerygma und Mythos I, p. 40. 28. Die Religion in Geschichte und Gegenwart 3 IV, p. 1280. 29. Véase R. B u ltm a n n , Die Theologie des NTsfi, 1968, pp. 126 ss.

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