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184 P E N S A M IE N T O Y E X P R E S IO N M IT IC O S E N E L N . T . jo s de la apocalíptica en este campo tan propenso a la invención imaginaria. 4. E l m ito del r ed en to r gn ó stico . Si la problemática en torno al h ijo del hombre es abundante y difícil, lo es todavía más la problemática en torno a la figura del red en to r gnó stico . «El origen de la gnosis es oscuro. Con todo, son muchos los indicios que convergen en señalar que se ha originado en esa mezcla de pueblos y religiones que era el espacio de Siria- Palestina. Y en cuanto al tiempo, no mucho antes del nacimiento del cristianismo, pero independientemente de él. Entre otros, ha in­ fluido en la gnosis, desde un principio, un elemento ju d ío » 61. Estas afirmaciones de H. M. Schenke son aceptadas fundamentalmente por R. Schnackenburg, que añade: «Es difícil, en todo caso, señalar qué círculos judeo-heterodoxos fueron los que con más intensidad participaron en la formación del gnosticism o... Lo más probable que se puede afirmar es que este juda ism o h e te ro d o x o era anticuado para los modos de pensar gnósticos. Y dado que en el gnosticismo se encuentra también un incalculable componente pagano, tampoco se puede señalar al judaismo com o el factor único en el movimiento gnóstico. Más bien se le debe considerar com o catalizador que pro­ porcionó figura y fuerza activa a las ideas gnósticas. En todo caso, no está dicha la última palabra en este asunto» 62. En cuanto a los diversos elementos que integran los sistemas gnósticos, tal com o hoy los conocem os, es muy expuesto determinar con exactitud el tiempo de su origen y su procedencia. Sin duda, el punto más debatido en todo este proceso cultural y religioso es el tema del mito del redentor gnóstico, del h om b r e prim ord ia l. ¿Se trata de una figura precristiana o es, más bien, el resultado de la influencia del cristianismo sobre la gnosis? Buen número de inves­ tigadores modernos admiten la prioridad del m ito gnóstico, que en­ troncaría con especulaciones iraníes y judías sobre el primer Adán. Otros, por el contrario, niegan dicha prioridad o la ponen seria­ mente en duda 63. En todo caso, los estudios sobre muchos escritos neotestamen- tarios, especialmente sobre las cartas paulinas y deuteropaulinas y 61. H. M. Schenke, en Umwelt des Urchristentums, p. 395. 62. El gnosticismo primitivo, en Jesús y su tiempo, p. 258. 63. Sobre lodo este oscuro problema véase C. Colpe, Die religionsgeschichtliche Schule, 1961.

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