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7 0 LA FILOSOFIA EN LA IGLESIA POSTCONCILIAR positivismo teológico, lo mismo que del psicologism o e historicis- mo. El peligro, en frase de Congar, de una teología hecha por teó­ logos p o co formados en metafísica. La investigación filosófica es inevitable no sólo para la racionalidad de la fe, sino para la pro- blematicidad de la misma. C on ten id o de la enseñanza filo só fica G. di Napoli distingue tres momentos en la enseñanza filosófica en los Seminarios, el momento temático, el momento problemático y el momento sistemático. La filosofía trataría originariamente el tema del hombre y para ello debe tratar también del Absoluto. Por su parte, el mundo, com o ambiente del hombre y com o inter­ valo entre el hombre y Dios, tiene que atraer la consideración del filósofo, aunque no más allá de esos dos aspectos. Aconseja pasar de largo por las «quaestiones disputatae» para ir a la esencia de los problemas. Y dejar a los científicos muchos problemas acerca del mundo, aunque evitando «el penoso espectáculo de catedráticos de filosofía que esperan con ansia la palabra de los físicos atómicos y de los b iólogos». En el aspecto sistemático, es necesario admitir un sistema, aunque evitando un sistematismo intransigente. En con ­ creto el tom ismo sería la estructura preferible, aunque sin exclusi­ vismos. En la discusión se advirtió el descuido bastante general de las ciencias en los Seminarios, aunque no hemos de caer en ciertos extremos cientifistas de última hora. La h istoria de la filo so fía La dimensión histórica del hombre y de sus creaciones culturales ha sido la conquista filosófica más llamativa en nuestro siglo. Y su repercusión en los programas de los cursos filosó ficos se está ha­ ciendo sentir cada día con mayor viveza. Fue el tema que desarrolló N. Petruzzellis. En una perspectiva idealista la filosofía se identifica con su historia. Esto es insostenible, pero es cierto que filosofía e historia de la filosofía se integran com o momentos complementa­ rios. La historia no es una marcha progresiva de la verdad integral, ya que ninguna época está inmune de la posibilidad del error. La historia tampoco es una historia de los errores de los filósofos. «Es el aspecto más grandioso del drama de la humanidad, en el que se reflejan las luces y las sombras de la vida humana». Por eso, cuando

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