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78 LA FILOSOFIA EN LA IGLESIA POSTCONCILIAR aceptan algo desde el momento en que se les sirve en una hermosa bandeja literaria. El problema de la lengua filosófica es arduo, ya que debe atender al hombre a quien se dirige y a la verdad que se le quiere trasmitir. Y es aquí donde convendría decir algunas palabras acerca de los manuales de filosofía escolástica al uso. «Son de una aridez capaz de helar todo entusiasmo y todo buen deseo de aprender. Divisiones, clasificaciones, esquemas, distinciones y definiciones... Condenan los errores filosóficos exactamente lo m ismo que el teólogo las herejías... Si la historia de la filosofía no queda descartada, dista mucho de hallarse orgánicamente estructurada y relacionada con las soluciones tradicionales de los problemas tratados» 4. Aunque sí es cierto que hemos de acentuar la aportación positiva de cada filósofo, en lugar de señalar celosamente la frontera del error. Pero, ne qu id n im is 5. ¿R e to r n o a San to T om á s ? No se plantea correctamente el problema si se pregunta si se ha de enseñar más doctrina tomista o menos doctrina tomista. Al margen de los que temen apartarse de la senda tradicional y de los impacientes por «estar al día», de lo que se trata al plantear el problema del tom ismo es, ante todo, de esto: Entre lo que Sto. To­ más ha escrito y pensado, dentro de la verdad, ¿ qué es lo que puede tener valor para la evolución de la filosofía y a través de ella para el desarrollo de la Iglesia y del mundo? Pues «hay en Santo Tomás intuiciones filosóficas — las intuiciones primeras de que habla Berg- son— cuya visión de la realidad no debería perderse de vista, so pena de una desviación de la filosofía y de todo aquello que se des­ prende de ella para la Iglesia y para el mundo» (p. 139). El Angélico abrió para la filosofía perspectivas fecundas en el camino del desve­ lamiento de la verdad. Y no pueden ser abandonadas sin peligro en problemas muy esenciales 6. 4. Hoy este juicio me parece excesivo. En los últimos años ha cambiado bastante la situación. Y no queramos convertir un texto, que debe brillar por la claridad y el rigor científico, en un libro de dudosa literatura. 5. Por no alargar estas páginas paso por alto un punto de importancia, como es el de la organización de los «seminarios» filosóficos, que ponen al alumno en contacto con las fuentes y le obligan a saber leer, saber pensar y saber expresarse. Pueden leerse las pp. 106-119. 6 . Lo que no juzgo tan acertado es lo que hacen los autores, y que hoy está de moda, a saber: querer, para salvar al Maestro, cargar todas las culpas a los tomis

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