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8 A N A L IS IS DE L A S A P O R IA S T E O L O G IC A S . term ina ap licando al m o to r inmóvil el concep to de «enérgeia» en el segundo de los sentidos expuestos: la realidad más perfecta, «nóesis noéseos». Por tan to , en tre la demostración de la necesidad de que exista una «ousía» que sea «enérgeia» en cuan to que nunca d e ja rá de mover el p rim e r cielo 16 y la deducción de la n a tu ra leza de la realidad p rim e ra 17, la ún ica ilación es el postu lado an ted icho : que el m o to r inmóvil mueve como causa final. No es de ex trañar, según esto, que se haya puesto en duda el valor de las p ruebas de Aristóteles pa ra dem o stra r la existencia de ese dios trascenden te y causa final 18. La p rueba del cap ítu lo sexto, sin duda, es concluyente, supuesta la e tern idad del movim iento; pues dejando a un lado la validez de las p ruebas a risto té licas p a ra d em o stra r la e te rn idad del movim iento y el tiempo, los demás p rin ­ cipios m ateriales que constituyen el an teceden te de la demostración de la existencia del p rim e r m o to r, la p rio ridad ontològica de las «ousías» y la heteronom ía del movim iento, son evidentes y están fundados en la experiencia l9. Pero, puesto que la p ru eb a del capí­ tulo sexto y la deducción de la natu ra leza del dios trascenden te y perfecto están en lazadas ún icam en te po r el supuesto de que el m o to r inmóvil mueve como causa final, bien puede pone rse en duda que Aristóteles haya dem ostrado la existencia real de un se r «enér­ geia» en el sen tido de se r perfecto, «nóesis noéseos», po r habe r dem ostrado la necesidad de que exista un ser «enérgia» en el sentido de m o to r eterno. Por tan to , al in ten ta r en con tra r la base argum en tal de las afir­ maciones de Metaphys. X II, 7 y 9 sobre Dios, hay que d e ja r a un lado la p rueba del cap ítu lo sexto; porque, repetimos, la conexión en tre esta p ru eb a y aquellas afirmaciones, se reduce a la afirmación g ra tu ita de que el m o to r inmóvil mueve como causa final. Es una afirm ación g ra tu ita , po rque de ella no apo rta Aristóteles p rueba alguna; y tampoco es una afirmación evidente o acep tada de an te ­ mano sin posible duda, puesto que el m ismo Aristóteles adm ite en o tros pasajes la posib ilidad de causas eficientes inmóviles *°. 16. Metaphys. XII, 6 , 1071b 3-7, 1072a 25. 17. Metaphys. XII, 7, 1072a 26 y ss. y cap. 9. 18. C fr. B. A. G. F uller , The Theory of God in Book "lambda” of Aristotle’s Metaphysics, en Philosophical Review (1907), p. 180 y ss.; G. A. L indbeck , A note on Aristotle's Discusión of God and the World, en Review of Metaphysics (New Haven) 1948, p. 99 y ss. 19. C fr. J. O w e n s , The reality of theAristotelian separate movers, en Review of Metaphysics (New Haven), 1950, p. 319y ss. 20. Véanse estos pasajes: Phys. Ill, 1, 201 a 23-29; De Gen. et Corr. I, 6 , 323 a 25 y ss.; Phys. VIII, 9, 256b 18 y 10, 267b 1-9,

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