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J. M .a L A SO G O N Z A L E Z 35 vida sem ejan te a la del ser que consiste en acto de conocer su p rop io acto: una vida au tá rtic a , de identificación consigo mismo e independencia respecto a lo que no es él m ismo; y esta vida es la más feliz que el hom b re pueda conseguir. E sta ú ltim a idea, aunque con matices d istin tos, está presen te en las ob ras más tem p ranas de Aristóteles, como en el Pratréptico, y en las ob ras más m adu ras, como en la Etica Nicomaquea; sirvan de ejemplo un pasaje de cada una de estas dos obras: «Nada, pues, divino o feliz hay en los hombres, si no es aquello que es lo único digno de cuidado, cuan to en noso tros hay de «noüs» y «phrónesis»: pues esto parece se r lo único de en tre lo nuestro que es inm o rta l y lo único divino. Y con sernos posible p a rtic ip a r de tal capacidad, aun siendo po r natu raleza difícil y trab a jo sa tal vida, tan felizmente se p a rtic ipa (de ella) que parece el hom b re un dios en medio de las demás cosas —pues la m en te es nuestro dios— dice esto, o H ermó timo o Anaxágoras; y que la vida m o rtal tiene p a rte de algún Dios. Debemos, po r tan to , o bien p ro cu ra r filosofar, o bien decir adiós al vivir y p a rtir de aquí, puesto que todo lo demás parece ser un g ran sin sen tido y locura» ,19. «Si la felicidad es una activ idad según la v irtud , es lógico que según la más excelente, y ésta debe ser de lo m ejor. Sea el en ten ­ d im ien to o alguna o tra cosa, lo que según la natu ra leza parece m and a r y d irig ir y poseer activ idad intelectiva sobre lo estim ab le y divino, siendo tam b ién ello m ismo lo divino o lo más divino de lo que hay en noso tros, su actividad según su p rop ia v irtud debe se r la felicidad completa. Y que es una activ idad contemplativa, se ha dicho» 12°. Dios, pues, es p a ra el hom b re causa final; el hombre, po r medio de su en tend im ien to , lo divino en el hom b re, p ro cu ra rá una vida con tem p lativa que será sem ejan te a la de Dios, au tá rtic a y auto- suficiente. Es más, m ed ian te la vida contemp lativa, la vida del hom ­ b re tiende a acercarse a la vida divina ba jo o tro aspecto; bajo aquel aspecto que, como hemos visto, hace sem ejan te el movim iento de los astro s, e incluso la generación y co rrupción con tinuas, a la in­ m u tab le vida de Dios; el hom b re po r su vida con tem p lativa se inm o rtaliza en la medida que le es posible: «Si, po r tan to , el en­ tend im ien to es divino respecto al hombre, también la vida que es según éste respecto a la vida hum ana. Y no es necesario, según algunos aconsejan , que el que es hom b re piense en cosas hum anas, 119. W. D. Ross, Aristoielis fragmenta selecta (Oxford 1958). Protrep. frag. 10 c. 120. Et. Nie. X, 7, 1177a 12-18. Cfr. Polit. V II, 1, 1323b 23-26.

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